Por: David Wilkerson
“Y llevarán ambos el castigo de su maldad; como la maldad del que consultare, así será la maldad del profeta, para que la casa de Israel no se desvíe más de en pos de mí, ni se contamine más en todas sus rebeliones; y me sean por pueblo, y yo les sea por Dios, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 14:10-11).
Dios está diciendo tiernamente: “Voy a hacer lo que sea necesario para alejarte de tus ídolos. Voy a buscarte con amor, pero si eso no funciona, te castigaré si es necesario”
“Cuando viereis su camino y sus hechos, y conoceréis que no sin causa hice todo lo que he hecho en ella, dice Jehová el Señor” (Versículo 23). El Señor está diciendo: “Sabrás que mis duros tratos contigo no fueron sin razón. ¡Simplemente, no permitiré que te vayas!”
¿Hay algo que te cause tropiezo o algún pecado asediante en tu corazón? ¿Hay alguna atadura que podría destruirte? Si es así, y te encuentras bajo convicción de pecado con este mensaje, hay esperanza para ti.
No importa cuál sea tu ídolo, pídele al Espíritu santo que abra tus ojos. El ablandará tu corazón a su palabra de convicción y comenzarás a odiar tu pecado. ¡Decide en tu corazón que no estarás en paz con tu pecado!
Clama a él ahora: “Señor, ¡No permitas que esté cegado! Si hay engaño o falsedad en mí, expónlo. No quiero creer más mentiras. Sólo quiero oír tu voz y que tu poder y autoridad gobiernen mi vida”.
Hay liberación para ti, si realmente la quieres. Pero Dios esperará que dejes a tus ídolos. Entonces, en el momento en que estés listo para renunciar a ellos, te dará poder por su Espíritu – ¡Ya no serás un esclavo de esa atadura, sino un hijo de Dios hecho libre por la verdad!