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Por: Paul D. Tripp.

Este artículo forma parte de la serie: «Nuevas Misericordias cada mañana» de Paul D. Tripp

No necesitas paralizarte por el remordimiento, ya que tu pizarra ha sido limpiada por la asombrosa gracia perdonadora de Dios.

Disfruta el consuelo de estos pasajes:

1. En otro tiempo, ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos. Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte (Colosenses 1:21-22).

2. Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! (Romanos 5:10).

3. Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: “Maldito todo el que es colgado de un madero”. Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham

llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa (Gálatas 3:13-14).

4. Porque por gracia ustedes han sido salvados por la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte (Efesios 2:8-9).

5. Ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz (Colosenses 2:13-14).

6. Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:1-2).

7. En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios (Romanos 5:1-2).

8. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados (1 Juan 4:10).

¡El mensaje es claro! Colosenses 2 es el pasaje más consolador de todos los mencionados arriba. Deja que tu mente abrace el consuelo de estas palabras, pues tal consuelo no lo encontrarás en ningún otro lado: “Él [Dios] anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz”.

Si Dios ha cancelado voluntariamente cualquier cosa que te causa remordimiento, entonces tú también debes olvidarla. Eres libre. Ya no tienes que castigarte por las deudas que Dios ya ha anulado. ¡Eso sí que es libertad!

Para profundizar y ser alentado: Colosenses 2


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