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Por: John MacArthur

Octavo, no perdonar hace que los creyentes no sean aptos para la adoración. En las conocidas palabras del Señor Jesucristo en Mateo 5:23-24: «Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda». Dios no quiere la adoración hipócrita de quienes se niegan a perdonar. La reconciliación precede a la adoración.

Noveno, negarse a perdonar es usurpar la autoridad de Dios. Es considerar que somos un juez superior, con normas más elevadas, que Él. Pablo prohibió tanto orgullo arrogante en Romanos 12:19: «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor» (cp. Pr. 24:29). Solo Dios puede lidiar de manera adecuada con el pecado, pues solo Él es omnisciente, justo y siempre actúa en santidad perfecta.

Finalmente, las ofensas contra los creyentes deben enfrentarse y reconocerse como pruebas que los hacen más maduros. Jesús ordenó esto a los creyentes que enfrentan críticas, injusticia y maltrato: «Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos» (Mt. 5:44-45). La respuesta apropiada de perdón lleva a la madurez espiritual (Stg. 1:2-4). El modelo perfecto de perdón es el Señor Jesucristo, que cuando estaba en la cruz oró por quienes lo atormentaban: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc. 23:34). Pedro llamó a los creyentes a seguir el ejemplo del Señor en 1 Pedro 2:19-23:

Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente.


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