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Por: A. W. Tozer
Este artículo forma parte de la serie «Mi búsqueda diaria«
Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. SALMOS 27:4
Todos los grandes maestros de la literatura nos han dado grandes obras de poesía y prosa. ¡Leerlas es un deleite! Pero cuando se trata de Dios y su santidad, no hay lenguaje que pueda expresarlo de manera adecuada.
Es por ello que Dios recurre a la asociación de ideas para sugerir el concepto. No puede decirnos directamente lo que Él es, puesto que tendría que usar palabras cuyo significado no conocemos. Por tanto, emplearíamos la palabra que Él usa para ello y la traduciríamos a nuestros términos, rebajándola.
Si Dios fuese a utilizar una palabra para describir su santidad, no la entenderíamos. Dios tendría que traducirla a este lenguaje impuro que usamos nosotros. Si fuese a decirnos lo blanco que es Él, debería traducirlo en términos de un sucio gris.
Dios usa la asociación de ideas para sugerirnos y mostrarnos el efecto. En la zarza ardiente, Moisés estaba ante la santa presencia de fuego, por lo que se arrodilló, se quitó las sandalias y ocultó su rostro puesto que le daba miedo mirar a Dios. ¿Cómo explicas la experiencia de Moisés con Dios? ¿Cómo entendió Moisés esa experiencia?
El lenguaje humano no logra transmitirnos lo absoluto de Dios en su belleza y su santidad.
Alabado sea el Padre por su amorosa bondad,
Que con ternura guarda a sus hijos pecadores.
Alábenle, ángeles, alábenle en los cielos,
¡Alabado sea Jehová!
ELIZABETH R. CHARLES (1828-1896)
Como Moisés en el pasado, oh Padre, oculto mi rostro de ti. Aunque algo en mí anhela ver tu rostro. No tengo palabras, pero mi corazón se eleva en alabanza y adoración. Es mi oración, en el precioso nombre de Jesús, amén.