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Por: Charles Stanley
Al predicar la verdad sobre Cristo en Hechos 2, Pedro dejó a miles de oyentes haciéndose la misma pregunta: “¿Qué debemos hacer?”.
La respuesta del apóstol es sencilla: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hch 2.38). Como resultado, ese día fueron añadidas tres mil personas a la Iglesia naciente (Hch 2.41).
¿Le parece extraño que Pedro dijera “arrepentíos” en vez de “creed”? La Biblia suele utilizar estos conceptos de manera intercambiable. El arrepentimiento y la fe son dos caras de la misma moneda: ambos son esenciales para la salvación, y cada uno depende del otro.
En términos de la salvación, no se pueden separar la fe y el arrepentimiento: ambos suceden simultáneamente. Para que usted sea salvo, debe poner su fe en Cristo, y esa decisión de fe requiere un cambio de mentalidad (arrepentimiento). Pero muchas personas creen equivocadamente que deben cambiar por completo su manera de vivir antes de poder seguir a Cristo.
El Señor Jesucristo está listo para recibirle en este momento. Solo como hijo de Dios encontrará el poder de Dios y las fuerzas para llegar a ser realmente la persona que Él quería que fuera cuando le creó.