Por: John MacArthur
Este artículo forma parte de la serie de devocionales «Fortaleza para hoy»
«Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes». SANTIAGO 4:6
Una persona no puede salvarse a menos que acuda a Dios con una actitud humilde.
El versículo de hoy es un desafío y una promesa para cualquiera que no esté seguro de su salvación o que piense que es salvo, pero no está a la altura de las pruebas de fe que se citan en la epístola de Santiago. Incluso los peores rasgos de carácter pecaminosos —como confiar en la sabiduría mundana, la enemistad contra Dios, la codicia, los deseos carnales y egoístas—, no compiten con la abundante gracia de Dios.
La clase de gracia a la que se refiere Santiago es simplemente la gracia salvadora de Dios: el favor inmerecido de su perdón y su amor otorgado a todo tipo de pecadores. En ese favor se incluyen la promesa del Señor en cuanto al Espíritu Santo, el entendimiento de la Palabra de Dios, el cielo y todas las bendiciones espirituales. Tal gracia está a la disposición de todos los que acudan a Cristo con fe. Nada en este universo puede evitar que la persona verdaderamente humilde y arrepentida reciba la gracia; ni la fuerza del pecado y la depravación, ni el poder de Satanás, ni el impulso de la carne, ni siquiera el poder de la muerte.
Las Escrituras a menudo vinculan la humildad con la fe salvadora. Es por eso que Santiago citó Proverbios 3:34 («Dios se opone a los orgullosos») para apoyar su punto en el versículo 6. En el Evangelio de Mateo, Jesús nos dice: «De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (18:3).
Si está confundido o duda sobre su salvación, pregúntese: «¿Me he sometido humildemente a Dios con fe y arrepentimiento?». Si se ha humillado ante Dios, ¡regocíjese! Usted es, por definición, creyente; uno de los humildes. De lo contrario, debe orar con la actitud del recaudador de impuestos que se menciona en Lucas 18:13: «Dios, sé propicio a mí, pecador». Y reciba su abundante gracia.