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Por: Thomas Brooks

¡Oh cristiano! ¡Dios ha eliminado una de tus más dulces misericordias, comodidades o goces! Puede ser que los hayas amado demasiado, que los hayas sobrevalorado y que te hayas deleitado excesivamente en ellos. Puede ser que a menudo se hayan apoderado de tu corazón, cuando deberían haber poseído solo tu mano. ¡Puede ser que ese cuidado, esa preocupación, esa confianza, esa alegría, que debería haberse empleado en objetos más nobles, se ha empleado en ellos! Tu corazón es el lecho de bálsamo de Cristo, y puede que hayas acostado tus misericordias contigo, haciendo que Cristo se acueste afuera.

¡Has tenido espacio para ellas, cuando no lo has tenido para Él! ¡Estas misericordias han tenido lo mejor, cuando lo peor se ha considerado lo suficientemente bueno para Cristo! Se dice de Rubén que subió al lecho de su padre (cf. Gn. 49:4).

¡Ah, con qué frecuencia se tiene consuelo de una criatura, y a veces de otra, poniéndose entre Cristo y sus almas! ¡Cuántas veces han subido sus queridos deleites al lecho de Cristo! Sus misericordias cercanas y queridas han llegado al lecho de amor de Cristo —¡sus corazones! Ahora bien, si llevas a un esposo, un hijo, un amigo a esa habitación de tu alma que solo pertenece a Dios, Él lo amargará, lo eliminará o será su muerte.

*Thomas Brooks (1608-1680): Predicador congregacional; autor de Preciosos remedios contra las artimañas de Satanás (Precious Remedies against Satan’s Devices). Lee más datos biográficos EN ESTE ENLACE.


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