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Por: A.W. Pink
«El temor de Jehová es aborrecer el mal» (Proverbios 8:13) —tal es la pureza de la naturaleza comunicada al hijo de Dios en su nuevo nacimiento. Aunque el mal aún se aferra a él, y mora en él, su corazón lo aborrece. Este odio por el mal es evidenciado por la manera en la que el creyente lo teme y lo resiste, abandonándolo en sus afectos y negándose a sí mismo, lamentándose amargamente al cometerlo, confesándolo a Dios, ejerciendo las gracias que son contrarias al mismo y cultivando el amor por la santidad.
Cuando existe esta clase de temor de Jehová que aborrece el mal, el creyente no hará excepciones, ni tendrá reservas, tampoco tolerará o permitirá ninguna clase de mal. En vez de esto, dirá como el salmista: «he aborrecido todo camino de mentira» (Salmo 119:104 , 128) , porque tal camino es contrario al Dios que ama, y es dañino para su alma.