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Por: A. W. Tozer
Este artículo forma parte de la serie «Encuentros con el Dios Todopoderoso»
El SEÑOR es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce. SALMO 23:1-2
La soberanía de Dios significa que si hay alguien en este vasto mundo de hombres pecadores que debería estar tranquilo y en paz en una hora como esta, debería ser el cristiano. No deberíamos estar bajo la carga de la aprensión y la preocupación porque somos hijos de un Dios que siempre es libre de hacer lo que le plazca. No hay ni una sola cuerda, cadena u obstáculo sobre Él, porque es absolutamente soberano. Dios es libre de llevar a cabo sus propósitos eternos hasta sus conclusiones. Lo he creído desde que me convertí en cristiano. Tuve buenos maestros que me lo enseñaron y lo he creído con creciente gozo desde entonces. Dios no toca de oído, ni garabatea, ni sigue lo que le viene a la mente, ni deja que una idea sugiera otra.
Dios obra según los planes que se propuso en Cristo Jesús antes de que Adán caminara por el huerto, antes de que se crearan el sol, la luna y las estrellas. Dios, que ha vivido todos nuestros mañanas y lleva el tiempo en su seno, está cumpliendo sus propósitos eternos.
Perdóname por mi preocupación, Padre. Sé que puedo estar en paz cuando tengo un Pastor tan tranquilo, un Dios soberano cumpliendo su propósito eterno en mi vida. Amén.