Por: John Piper
Aunque la muerte es real, (1) Cristo la ha vencido con Su muerte y resurrección, de modo que (2) los que lo atesoran no deben temer lo que mata el cuerpo, porque (3) en ese momento estaremos con Cristo, viendo Su gloria, saboreando Su amor, sintiéndonos en casa, hasta el día de Su aparición, cuando (4) resucite nuestros cuerpos de entre los muertos y (5) nos dé un cuerpo tan glorioso como el Suyo, y (6) renueve toda la creación para que sea nuestra morada eterna y (7) nos conduzca a la plenitud del gozo y los placeres para siempre en el resplandor de Su gloriosa presencia. Esa es una realidad vigorizante.