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Por: R. C. Sproul.

Este artículo forma parte de la serie «Qué buena pregunta«

En la superficie, esta pregunta puede parecer inofensiva, pero ha sido materia de controversias significativas tanto en los comienzos de la historia de la iglesia como en el siglo XX. Parece un tema extraño como para enfrentarse por él, pero hay razones para este debate.

En primer lugar, el enfoque clásico, compartido por cristianos ortodoxos de diversas creencias denominacionales, ha entendido al hombre como dicótomo; es decir, tiene una dimensión física, la cual llamamos cuerpo, y un aspecto no físico, al cual llamamos alma. Es tanto físico como no físico. Un peligro de este enfoque es que podemos caer en un dualismo, según el cual podemos considerar que el cuerpo y el alma son intrínsecamente incapaces de unirse. Es el enfoque dualista el que con frecuencia ha considerado todo lo físico como algo completamente malvado en lugar de verlo como algo que fue creado bueno y ha sido afectado por el pecado. Para los antiguos griegos era un problema que el espíritu estuviera de algún modo unido con la materia. Para el mundo griego, el gran escándalo del evangelio no fue la resurrección, sino la encarnación, porque no podían concebir que un espíritu se contaminara uniéndose de manera tan estrecha con cosas físicas como un cuerpo humano.

En 1 Tesalonicenses 5:23, Pablo dice: “Que todo su espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin culpa.” Al leer esto, un teólogo saltó y dijo: “Oh, el hombre se compone de tres partes: cuerpo, alma y espíritu,” y en los primeros siglos del cristianismo se desarrolló este enfoque tripartito. La teoría señalaba que el cuerpo y el alma son básicamente incompatibles y que hay una disposición dualística de tensión entre lo físico y lo no físico. La única forma en que podían combinarse era tener una tercera sustancia que actuara como pegamento para unir estas dos sustancias contradictorias. Se llegó a la conclusión de que el cuerpo y el alma estaban unidos mediante el espíritu.

La iglesia condenó como herejía este enfoque tripartito del hombre, que es cuerpo, alma y espíritu, debido a la forma en que se desarrolló a partir de un dualismo griego que la iglesia quería evitar. Este enfoque, sin embargo, hizo una reaparición en el siglo XX, y se ha vuelto muy popular en algunos círculos cristianos.

Lo veo, por ejemplo, en la enseñanza de Watchman Nee, en la cual Nee pone a la par de su visión cristiana ciertas ideas propias del pensamiento oriental. Él las combina, de cierta forma, con el cristianismo clásico, y ha sido muy influyente como un maestro entre los cristianos. También hemos visto que esta idea se usa mucho en la así llamada teología neopentecostal y en algunos de los

movimientos vinculados a la extensa influencia de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, por ejemplo, la cual ha tenido un enorme impacto en el cristianismo norteamericano.

Una de las cosas más atractivas con respecto a la idea de que el hombre no se divide en dos sino en tres es que hace posible construir un enfoque basado en dos niveles diferentes de cristianos: aquellos cristianos que son nacidos del Espíritu Santo, pero en los cuales el Espíritu todavía no mora en ellos por el bautismo del Espíritu Santo, y aquellos que son nacidos del Espíritu Santo y además son morada del Espíritu. Aquellos grupos que ponen un gran énfasis en el bautismo del Espíritu Santo como una obra posterior de la gracia de Dios tras la conversión dirán entonces que hay tres clases de personas en el mundo. Existen aquellos que no tienen el Espíritu Santo en absoluto; luego aquellos que reciben al Espíritu Santo en la conversión o el nuevo nacimiento pero carecen de esta segunda bendición, esta segunda morada o llenura del Espíritu Santo; y finalmente aquellos que tienen el Espíritu tanto por la conversión como por la llenura.

Si podemos hablar de tres clases diferentes de personas, entonces resulta conveniente encontrar un modelo de ello en cuanto a las tres partes del hombre. A veces lo encontraremos fragmentado de esta manera: aquellos que no son cristianos llenos del Espíritu Santo tienen el Espíritu Santo en sus almas, pero no en sus espíritus. Se hace una distinción, entonces, entre nuestros compartimientos internos en los cuales el Espíritu mora, y eso explica la distinción entre el así llamado cristiano carnal y el cristiano lleno del Espíritu Santo.

Creo que este es un caso en que la teología dicta nuestra comprensión de la Escritura; tenemos un enfoque de la teología, y tratamos de construir un enfoque del hombre que se ajuste. Sencillamente, creo que no es una manera sana de entender la Biblia. En una ocasión la Biblia dice cuerpo, alma, y espíritu, pero también habla de la mente, las entrañas, y el corazón.

El mensaje total de la Biblia es que tenemos un cuerpo físico y una existencia no física, algunas veces llamada espíritu y otras veces llamada alma, y que esta parte no física abarca todo nuestro ser: personalidad, emociones, mente, espíritu, voluntad, etc. Dios nos creó con ambas partes; ambas fueron afectadas por la Caída, y ambas serán redimidas por la gracia y el poder de Dios.

Tomado de ¡Qué buena pregunta! Copyright © 1996 por R.C. Sproul.  


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