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Por: John Bunyan

Permítanme suplicarles que, si la cruz es pesada sobre ustedes, no se resientan ni con Dios ni con los hombres. No con Dios, porque Él no hace nada sin causa. Ni con los hombres, porque ellos son la mano de Dios: lo quieran o no lo quieran. Ellos son los siervos de Dios para el bien de ustedes (cf. Sal. 17:14; Jer. 24:5).

Por lo tanto, tomen con agradecimiento lo que viene a ustedes de Dios mediante ellos. Si el mensajero que lo trae se contenta de que esté en su poder hacerles daño y afligirles —si salta de gozo ante sus calamidades—, sientan lástima por él, compadézcanse de él y rueguen a su Padre por él. Él es ignorante y no entiende el juicio de Dios. Ciertamente, él manifiesta su conducta por esto, que cree que les sirve al afligirles como “ordenanza de Dios” —lo cual indica destruirlos. Mediante esto, Él pronostica ante ustedes que está trabajando en su propia condenación al hacerles bien.

Establezcan, pues, el estado lamentable de tal corazón, y devuélvanle lo que es bueno por su maldad —amor por su odio hacia ustedes. Entonces mostrarán que actúan con espíritu de santidad y son como su Padre celestial. Su piedad y sus plegarias no pueden hacer nada bueno, a menos que se enciendan en algún lugar o regresen de nuevo, como los barcos que vienen cargados de las Indias, llenos de bendiciones en su propio seno.

*John Bunyan fue un escritor y predicador inglés famoso por su novela El progreso del peregrino. Sepa más de la vida de Bunyan EN ESTE ENLACE.


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