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Por: David Wilkerson

El Antiguo Testamento está repleto de relatos sobre las maravillosas bendiciones que venían sobre aquellos que caminaban en la presencia de Dios.

La presencia de Dios era tan evidente en la vida de Abraham, que hasta los impíos alrededor de él reconocían la diferencia entre sus vidas y la de él: “Habló Abimelec…a Abraham, diciendo: Dios está contigo en todo cuanto haces” (Génesis 21:22). Este rey pagano estaba diciendo: “Hay algo diferente acerca de ti, Abraham. Dios está contigo donde sea que vayas”.

Dios le prometió a Josué que ningún enemigo podría hacerle frente cuando Su presencia estuviera con él: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente” (Josué 1:5–6). Cuando el Espíritu de Dios está presente con nosotros, podemos ser fuertes y valientes porque confiamos en Sus promesas.

Dios le habló a Isaías acerca de una promesa especial que Él hace a los que ama: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo…yo te amé…No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 43:1–5, énfasis añadido).

Cuando la presencia de Dios permanece en ti, tú puedes atravesar cualquier fuego y no solamente sobrevivirás, sino que serás guardado y protegido a lo largo de todo el proceso.

Estos relatos del Antiguo Testamento no son solamente meras historias. Están ahí para alentarnos a confiar en que la presencia de Dios estará en nuestras propias vidas.


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