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Por: Tim Challies
De todos los temas relacionados con la vida cristiana, pocos reciben mayor atención que conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas. Muchos creyentes, y especialmente los más jóvenes, se angustian por saber qué quiere Dios que hagan y cómo quiere que vivan sus días. Muchos terminan inclinándose hacia una forma de misticismo de bajo nivel, anhelando recibir algún tipo de señal de los cielos o algún tipo de palabra en sus corazones. Muchos viven con dudas, preguntándose si se han perdido la dirección divina y ahora están experimentando lo segundo mejor de Dios. Algunos terminan sin hacer casi nada por miedo a hacer lo incorrecto.
Pero estoy convencido de que muchas personas piensan equivocadamente sobre este asunto de conocer la voluntad de Dios. No es que Dios no tenga un plan para ti. No es que Él quiera que vivas sin ningún tipo de confianza en que estás viviendo una vida que lo honra y le agrada. Más bien, Dios no quiere que descorras el velo de su voluntad oculta. En cambio, Dios quiere que respondas a la dirección de su voluntad revelada. En términos generales, cuando convergen las Escrituras, la providencia y el deseo, puedes avanzar con la confianza de que estás haciendo la voluntad de Dios. Si existen múltiples opciones en ese punto de convergencia, puedes elegir con confianza cualquiera de ellas y confiar en que Dios te bendecirá.
Hay otra clave para conocer y hacer la voluntad de Dios y es ésta: tu mayor enfoque debe estar siempre en lo que claramente es su voluntad en este momento. Mejor que concentrarte en lo que Dios pueda tener para ti dentro de un año o una década es hacer lo que Dios ha provisto para ti hoy. Porque si bien la voluntad de Dios para el futuro puede ser difícil o imposible de determinar, su voluntad para el presente por lo general no lo es.
Aunque usted pueda esforzarse en oración para saber si Dios quiere que usted se case, lo que está claro en este momento es que Él quiere que usted aproveche al máximo las oportunidades y responsabilidades que conlleva la soltería.
Aunque usted pueda estar orando fervientemente para saber qué carrera tiene Dios en mente para usted, lo que está claro en este momento es que Él quiere que usted se esfuerce en sus estudios.
Aunque usted pueda estar debatiendo si debe ir al seminario, lo que está claro en este momento es que Dios quiere que usted crezca en carácter piadoso y lo exprese dentro de la iglesia local.
Deshonramos a Dios cuando nos centramos en la fidelidad del mañana a expensas de la de hoy.
Podemos llegar a un nivel más particular. Seguramente habrás oído decir que todo el mundo quiere cambiar el mundo, pero nadie quiere lavar los platos. Tendemos a centrarnos en los asuntos importantes y descuidamos los pequeños. Sin embargo, la vida se vive en el momento y en las minucias. La voluntad de Dios es tan particular como expresar amor diciéndole a tu madre: “Déjame lavar los platos esta noche” o expresar humildad acercándote a un amigo y diciéndole: “Necesito disculparme contigo”. Es ir más allá para atender a un cliente malhumorado, acercarse a esa persona que está sola al final del servicio religioso, compartir el evangelio con un extraño en ese momento en el que sabes absolutamente que es lo correcto. Es a medida que aprendes a aceptar la voluntad de Dios en las cosas pequeñas que te estás preparando para hacerla en las grandes.
El hecho es que la vida es una sucesión de días y los días son una sucesión de momentos. Aunque no tengas una claridad absoluta sobre lo que Dios quiere que hagas en un mes, un año o una década, rara vez es difícil discernir lo que Dios quiere que hagas ahora mismo. No se puede decir que el hombre que es fiel en honrar a Dios en cada momento haya desperdiciado su vida, y nunca se podrá decir que la mujer que busca hacer lo que Dios ha dejado claro en un día haya vivido sin sentido. Si vives cada momento en obediencia, vivirás cada día en obediencia, y si vives cada día en obediencia, con el tiempo vivirás toda tu vida en obediencia. Si eres fiel en hacer la voluntad de Dios en cada momento, con el tiempo harás la voluntad de Dios en toda tu vida. Y Dios estará muy complacido.
Este artículo se publicó originalmente en Challies.
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