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Por: R. C. Sproul.

Este artículo forma parte de la serie «Qué buena pregunta«

Para ser franco, no tengo lo que alguien llamaría devocionales diarios en términos de una rutina establecida. Mi patrón de actividades varía día tras día, semana tras semana y mes tras mes. Cada día paso un período de tiempo en oración. En algunas ocasiones, ese período es más largo y a veces más intenso que en otras. Sin embargo, no soy la clase de persona que funcione bien en un ambiente altamente estructurado. Otras personas tienen una agenda diaria más similar a una rutina y a ellas les resulta muy útil.

Diría que si tomamos la cantidad de tiempo que ocupo en las Escrituras en el transcurso de una semana, probablemente sería considerado mucho estudio. Sin embargo, no hago una distinción entre una lectura devocional de la Escritura y el estudio de la misma. Para mí, todo estudio de la Escritura es un acto devocional, y toda práctica devocional de lectura debería ser un estudio serio. No hay nada mágico en pasar diez minutos leyendo la Escritura.

Sé que la gente sufre sintiéndose culpable con respecto a esto porque en ciertas subculturas cristianas se espera que todo el mundo tenga cada día un período establecido de tiempo para la lectura bíblica y la oración. Ahora bien, las Escrituras nos dicen que meditemos en la Palabra de Dios de día y de noche, de manera que nuestra atención a las Escrituras debería ser devota, seria y rigurosa. Yo recomiendo pasar mucho más de diez o quince minutos al día estudiando las Escrituras. Sin embargo, debemos ser cuidadosos de no imponer sobre la comunidad cristiana un patrón establecido de estudio bíblico u oración. No debemos imponer a otros sistemas personales de devoción como pruebas de espiritualidad. Esto le ha causado mucho daño a la gente que no funciona bien siguiendo un método estructurado de oración y estudio.

Por otro lado, algunos de nosotros somos tan indisciplinados que no prestamos una adecuada atención a la importante cuestión de orar y estudiar la Escritura. Estos son nuestros deberes como cristianos, y también es nuestro deleite el pasar tiempo con Dios. Debemos “nunca dej[ar] de orar.” Jesús adoptó como una práctica apartar un tiempo para tener momentos devocionales de oración. Si la oración fue algo que Jesús consideró necesaria para sí mismo, ¿cuánto más necesaria debería ser para nosotros? No le recomendaría mi rutina a otros, pero recuerden que mi trabajo, mi llamado y mi vocación es ser maestro de la Palabra de Dios, de modo que se me pide ocupar grandes cantidades de tiempo en ello. Cada persona debe descubrir por sí misma lo que funciona mejor para integrar la oración y el estudio bíblico en la vida diaria.

Tomado de ¡Qué buena pregunta! Copyright © 1996 por R.C. Sproul.  


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