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Por: Charles Spurgeon

¡Estamos condenados a morir! le dijo a su esposa. ¡Hemos visto a Dios! Pero su esposa respondió: Si el Señor hubiera querido matarnos, no nos habría aceptado el holocausto ni la ofrenda de cereales de nuestras manos; tampoco nos habría mostrado todas esas cosas ni anunciado todo esto. JUECES 13:22-23

Manoa se había casado con una esposa excelente. Ella era la mejor de los dos en cuanto al juicio razonable. Por naturaleza ella era el vaso más frágil, pero era la creyente más fuerte y probablemente es por eso que a ella le enviaran el ángel porque a los ángeles les agrada más hablar con aquellos que tienen fe y si ellos pueden escoger su compañía, y la esposa tiene más fe que el esposo, ellos visitarán más pronto a la esposa que a su esposo, porque a ellos les encanta llevar los mensajes de Dios a aquellos que los recibirán con confianza.

Evidentemente, ella estaba llena de fe, así que cuando su esposo dijo tembloroso: «De seguro moriremos», ella no creyó en una inferencia tan desconfiada. Lo que es más, aunque se dice que las mujeres no pueden razonar, no obstante, he aquí una mujer cuyos argumentos eran lógicos y abrumadores. Es cierto que las percepciones de las mujeres por lo general son mucho más claras que los razonamientos de los hombres: ellas ven la verdad de una vez mientras que nosotros andamos buscando nuestros anteojos. Por lo general sus instintos son tan seguros como nuestros razonamientos y, por tanto, cuando tienen además una mente clara y lógica, son las consejeras más sabias.


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