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Por: A. W. Tozer
Este artículo forma parte de la serie «Mi búsqueda diaria«
Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. DEUTERONOMIO 4:39
No hay nada externo a Dios que pueda obligarle a hacer nada, ninguna clase de acción que sea contraria a su voluntad. Me gustaría que tuviéramos esto en consideración. Esa era la doctrina común de los puritanos de otra generación. Era la enseñanza común de los presbiterianos, los metodistas y el resto. Pero todo eso se ha perdido en el tiempo y se ha hecho de Dios un ser pequeñito que no merece que le adoremos.
Es importante entender que todas las razones de Dios para que hiciera lo que fuese provienen del interior de Él. No de afuera, y no hay presión que pueda obligar a Dios a hacer nada. Dios es absolutamente completo en sí mismo y opera en armoniosa unidad, sobre todo en su relación con la humanidad.
Es algo que nos cuesta entender puesto que todo lo que hacemos se debe a que alguien nos presiona para que lo hagamos. A veces surge alguna presión externa que nos obliga a hacer cosas que no haríamos por nuestra propia voluntad. No es algo que podamos transferir al área de Dios. Él no es como nosotros y no es susceptible a presiones externas.
Cuando acudo ante Él sé que me acerco a Dios y su amor por mí es un afecto genuino en el que puedo confiar.
¡Dios omnipotente! Rey que ordena
El trueno cual clarín, el rayo cual espada;
Muestra su piedad allá en los cielos:
Danos tu paz en estos tiempos, oh Señor.
HENRY F. CHORLEY (1808-1872)
Oh, Dios, suelo sentir la presión del mundo externo que quiere moldearme conforme a su imagen. Me alegra que no haya nada que pueda presionarte a ti para que hagas algo. Todo lo que haces fluye de un corazón de infinito amor. ¡Gloria a Dios! Amén.
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