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Por: Stephen Charnock*

Salmos 41:13 Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y Amén.

Dios es eterno, y por eso tiene poder para cumplir su palabra. Sus promesas se establecen sobre su eternidad, y son un fundamento sólido para nuestra confianza. Nunca le va a faltar capacidad para ayudarnos. Su palabra es el fundamento de nuestra confianza, y su eternidad nos da seguridad de que Él puede cumplirla.

Todos sus planes son tan eternos como Él mismo. Son fruto de su consejo eterno. Los seres humanos pueden romper sus promesas porque las hacen sin saber qué pasará en el futuro. Pero Dios, que habita la eternidad, nunca cambia su propósito. Aunque a nuestros ojos parezcan haber variaciones, Dios, que es eternamente fiel a su palabra, está sentado en la proa y los vientos y las olas le obedecen. Aunque difiera sus promesas durante mil años, no escatimará en las mismas (2 Pedro 3:8-9).

La corta duración de la humanidad se dice en la Escritura que es como hierba que se seca. Como una flor que pronto se marchita, como un vapor que en breve se desvanece, o como el humo que en un momento desaparecerá. Hasta el ser humano más fuerte no es más que polvo compactado.

Que la consideración de su eternidad haga que nuestro amor se aparte del mundo y los placeres pasajeros hacia un Dios que es para siempre.

¡Ah! ¿Qué es la tierra comparada con los vastos cielos? ¿Qué es este mundo comparado con la morada de los ángeles y los espíritus benditos? No es sino un átomo de la montaña más grande, o una gota de rocío en el inmenso océano. ¡Qué necio es preferir una gota antes que el mar! Si meditamos con frecuencia en la eternidad de Dios, nos haremos más sensibles a la naturaleza pasajera del mundo.

¿Acaso no somos dignos de menosprecio cuando nos apoyamos en una gloria que perece? ¿No lo somos cuando esperamos apoyo del brazo de la carne teniendo una belleza eterna para arrebatarnos y un brazo eterno para protegernos? Dios es nuestra porción para siempre. Las ofertas del mundo son ridículas cuando se comparan con la eternidad de Dios.

*Stephen Charnock fue un teólogo, clérigo y escritor presbiteriano inglés. Charnock es hoy considerado como uno de los teólogos puritanos más importantes del siglo XVII.


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