Por: John Piper.
Este artículo forma parte de la serie: Dios es soberano
El aliento y los caminos del rey están en la mano de Dios (Dn 5:23)
Esta es la verdad subyacente que permite a Dios frustrar los planes humanos y llevar a cabo Sus propios planes de forma infalible. Su providencia no es solo una influencia general en el mundo que se enfrenta constantemente a vidas y comportamientos que Él no gobernó desde su inicio. La providencia de Dios no es la gestión de vidas o comportamientos imprevistos o no planificados. Esto fue lo que Belsasar, el hijo de Nabucodonosor, fue incapaz de tener en cuenta.
Han alabado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden. Pero al Dios que tiene en Su mano su propio aliento y es dueño de todos sus caminos, no ha glorificado (Dn 5:23).
En otras palabras, el Dios con el que te enfrentas en realidad no es solo superior a tus dioses de piedra, en el sentido de que Él puede ver, oír y saber, y ellos no. Es mucho, mucho más que eso: el Dios con el que te enfrentas tiene en Su mano tu “aliento” y tus “caminos”. Él no solo observa tu respirar; te da cada aliento (hasta que deja de dártelos). Él no solo escucha tus pasos; los sostiene —tu pie cae donde Él planea que caiga—. Él no solo conoce lo que harás, a fin de prepararse para ello; Él guía cada movimiento que haces. Y, oh rey, cuando inhalas y exhalas, cada movimiento de tu diafragma es un regalo gratuito e inmerecido de Dios por el que debes un perpetuo y humilde agradecimiento. “En Su mano [la de Dios] está la vida de todo ser viviente, y el aliento de todo ser humano” (Job 12:10).
Si Dios hubiera querido ser más específico, podría haberle dicho a Belsasar: “Tu aliento se acaba esta noche”, lo cual ocurrió (Dn 5:30). Y podría haberle dicho lo que iba a ser del gran reino de Babilonia: “El SEÑOR ha despertado el espíritu de los reyes de Media, porque Su plan contra Babilonia es destruirla” (Jer 51:11).
Esto significa que no solo el aliento y los caminos de los reyes de Israel están en manos del Señor, sino también el aliento y los caminos de todos los reyes.
Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del SEÑOR; Él lo dirige donde le place (Pro 21:1).
Israel comprobó que esto era así una y otra vez, tanto para su espanto cuando Dios envió reyes extranjeros contra ellos, como para su gozo cuando levantó reyes para salvarlos.
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