Por: George Müller (1805 – 1898)
Este artículo forma parte de la serie «Lecturas devocionales de George Muller«
“El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente. Nunca dejen de ser diligentes; antes bien sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu. Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.” ROMANOS 12:9-12
Nadie conoció jamás a Dios sin poner en práctica un poco de fe en Él. Cuando no se conoce a Dios es cuando vienen las dificultades. El punto crucial, por lo tanto, es familiarizarnos con Él, conocerlo de manera personal, tal como se ha revelado en las escrituras.
Nuestra fe bendita no consiste en palabras. Queremos tener la experiencia de una “Realidad” espiritual. Obremos de corazón; seamos auténticos y genuinos. Debemos amar de una manera tal que en la iglesia y en el mundo extrañen nuestra presencia cuando ya no estemos con ellos. ¡Ah, cómo pasa de rápido el tiempo! Debemos vivir de tal modo que cuando partamos a la eternidad, nuestros queridos hermanos y hermanas sientan nuestra partida y de lo profundo de sus almas exclamen: “Oh, ¡cuánto daríamos porque tal hermano o hermana estuviera con nosotros otra vez!” Que se note y se sienta nuestra ausencia aun en el mundo. Que la gente mundana diga: “Si hubo alguna vez un cristiano, ese fue él, o ella.”
El Dios vivo está con nosotros, el Dios cuyo poder nunca falla, cuyo brazo jamás se cansa, cuya sabiduría es infinita y cuyo poder es inmutable. Por lo tanto, hoy, mañana, el próximo mes, y mientras estemos con vida, Él será nuestro amigo y nuestra ayuda. Tal como Él ha sido a través de los tiempos, seguirá siendo por toda la eternidad.
Padre Celestial, quiero realidad en mi vida espiritual. El único deseo de mi corazón es conocerte tal como eres, para adorarte y amarte solamente a Ti. Las palabras pueden brotar con facilidad, pero Tú conoces mi corazón. Ayúdame a vivir mi vida de tal manera que el mundo sea diferente porque yo estuve aquí. Tu brazo no se ha cansado, Señor. Toca mi espíritu hoy y hazme un instrumento de tu paz. Amén.
*George Müller (1805 – 1898): fue un predicador y misionero inglés nacido en rusia, destacado por su obra en favor de los niños desamparados. Supervisó la construcción de cinco grandes orfanatos-que aún se conservan en Ashley Downs, Bristol – dando alojamiento a miles de niños.
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