Por: Jeremiah Burroughs*
Este artículo forma parte de la serie: El contentamiento cristiano
Ahora bien, podría presentarles varias porciones escriturales sobre esto, pero les daré una o dos nada más, que son muy destacables. Pensarán que es una lección difícil llegar hasta allí, no solo a estar calmado sino deleitarse en la aflicción. «En la casa del justo hay gran provisión; pero turbación en las ganancias del impío» (Pr. 15:6). Aquí hay un texto bíblico que muestra que un corazón lleno de gracia tiene motivos para decir que está en una buena condición, cualquiera que sea «En la casa del justo hay gran provisión»: su casa, ¿qué casa? Puede ser una cabaña pobre, y tal vez apenas tenga un banco para sentarse, tal vez se ve obligado a sentarse en un tocón de madera o parte de un bloque en lugar de un taburete, o tal vez apenas tenga una cama para acostarse o un plato para comer.
Sin embargo, el Espíritu Santo dice: «En la casa del justo hay gran provisión». Es como si hubiera dicho: «Puede que el hombre justo sea el hombre más pobre del mundo: puede ser que alguien haya venido y haya sacado todos los bienes de su casa para pagar las deudas, quizás su casa sea saqueada y todo se haya ido; pero: «En la casa del justo hay gran provisión»». El hombre justo nunca puede volverse tan pobre como para tener su casa arruinada y dañada, sino que quedará mucho tesoro dentro.
Si no tiene más que un plato o una cuchara o cualquier cosa en el mundo en su casa, habrá mucho tesoro mientras Él esté allí. Allí está la presencia de Dios y la bendición de Dios sobre él, y allí hay mucho tesoro. Pero en las ganancias de los impíos hay turbación. Hay más tesoros en el hogar que es más pobre y piadoso, que en la casa del hombre más grande del mundo, que tiene sus cortinas, camas, sillas, sofás y alacenas finamente forjadas, y cosas similares. Sea lo que sea que tenga, no tiene tanto tesoro como el que hay en la casa del alma justa más pobre.
Por lo tanto, no es de extrañar que Pablo estuviera contento como dice uno o dos versos después de mi texto: «Pero tengo todo, y tengo abundancia; estoy lleno» (Fil. 4:18). ¿Tengo todo? ¡Ay, hombre pobre! ¿Qué tenía Pablo que pudiera hacerle decir que lo tenía todo? ¿Dónde había un hombre más afligido que Pablo? Muchas veces no tenía harapos para cobijar su cuerpo o para cubrir su desnudez, no tenía pan para comer, a menudo estaba desnudo, era puesto en el cepo, era azotado y cruelmente atormentado, pero Pablo dice que tenía todo por todo eso. Ciertamente, encontrarán que en 2 Corintios profesa que poseía todas las cosas: «Como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo» (2 Co. 6:10). Observen lo que dice: «Como no teniendo nada», pero «poseyéndolo todo». Él no dice: <<Como poseyéndolo todo», sino «poseyéndolo todo». Más bien es como si hubiera dicho: «Tengo muy poco en el mundo, pero poseo todas las cosas». De esta manera pueden ver que un cristiano tiene motivos para deleitarse de la mano de Dios, cualquiera que sea Su mano.
Fragmentos tomados del libro «La rara joya del contentamiento cristiano», puede obtener más detalles de este libro AQUÍ.
*Jeremiah Burroughs (1599-1646) fue amado por su predicación y su espíritu amable y fue perseguido por su inconformidad con la Iglesia de Inglaterra. Sintiéndose obligado a huir a Holanda por un tiempo, finalmente regresó a Inglaterra y predicó en las congregaciones de Stepney y Cripplegate en Londres, dos de las congregaciones más grandes de Inglaterra. También sirvió como miembro de la Asamblea de Westminster hasta su muerte en 1646.
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