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Por: Paul D. Tripp.

Este artículo forma parte de la serie: «Nuevas Misericordias cada mañana» de Paul D. Tripp

La oración significa abandonar mi dependencia de mí mismo y correr hacia el descanso que solo puede encontrarse al depender del poder de Dios.

La oración abandona la independencia. La oración hace a un lado la idea de que estarás bien por tu propia cuenta. La oración admite nuestra debilidad. La oración renuncia al ego. La oración abraza la realidad del fracaso. La oración te recuerda que no eres el centro del universo. La oración te llama a abandonar tus planes a cambio de los planes más sabios de Dios. La oración fluye de un profundo sentido de necesidad personal y se dirige hacia a la gracia abundante de Dios.

Debido a su verdadero significado, la oración no le nace a nadie. No es normal para nosotros el ver nuestro pecado, nuestra debilidad y nuestras fallas. No es normal para nosotros estar cómodos al depender de la misericordia de otro. No es normal para nosotros rendir nuestras esperanzas y sueños a cambio de los sueños de otro. No es normal para nosotros rendir nuestra sabiduría a alguien mayor que nosotros. No es normal para nosotros pensar que necesitamos gracia. Por otro lado, sí es normal para nosotros pensar que nuestra justicia, nuestra sabiduría y nuestras obras son suficientes. Como resultado, muchas de nuestras oraciones son declaraciones religiosas y egocéntricas, como una lista del supermercado, con demandas impacientes de personas que se preguntan qué está haciendo Dios. Así que muchas de nuestras oraciones ni siquiera son oraciones (ver Lucas 18:9-14).

En resumidas cuentas, necesitamos la gracia de Dios si es que realmente queremos abandonar nuestra independencia. Solo a través de la gracia podremos reconocer nuestra necesidad de Dios y adorarle por la gracia que ha derramado sobre nosotros. Debido a que la oración va en contra de nuestro sentido común, necesitamos que la gracia nos rescate de nuestra religiosidad egocéntrica para poder reconocer a Dios, con un corazón humilde, como el Rey soberano de nuestras vidas. La oración siempre hace a un lado el reino del yo para ir en pos del reino de Dios, y para eso todos necesitamos la gracia perdonadora, rescatadora y transformadora de Dios. Esta es justo la clase de gracia por la que la oración verdadera clama.

Para profundizar y ser alentado: Lucas 11:1-13

Fragmento tomado del Devocional «Nuevas Misericordias Cada Mañana por Paul D. Tripp» de Paul D. Tripp, para información sobre el libro y cómo obtenerlo, HAGA CLIC AQUÍ.

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