Por: Miguel Núñez
Este artículo forma parte de la serie «95 tesis para la iglesia de hoy» del Pastor Miguel Núñez
Basada en Efesios 5:23
En nuestro continente latinoamericano, donde el machismo ha imperado por tantos años, muchas veces creemos, al venir a los pies de Cristo, que bajo este entendimiento de que el hombre es cabeza del hogar, ahora la esposa necesita realizar todo cuanto él diga o disponga. Tenemos que ser cuidadosos cuando afirmamos una cosa y luego afirmamos otra. Ciertamente, la Palabra de Dios afirma en Efesios 5:23 que el marido es cabeza de la mujer de la misma manera que Cristo es la cabeza de la iglesia; eso es algo que no puede ser discutido. La pregunta es: “¿Qué implica ser cabeza del hogar?”.
Obviamente implica un liderazgo espiritual. Si soy cabeza de hogar, mis hijos van a ser guiados por mi ejemplo, por mis instrucciones; mi esposa va a recibir instrucción, dirección, va a tener un modelo a seguir. Que al final de los años puedas mirar hacia atrás y concluir: “Mi esposa es más santa, años después, por estar casada conmigo, y no a pesar de estar casada conmigo”. Eso es liderazgo espiritual. Por tanto, ser cabeza del hogar implica modelar, ir delante, como lo fue Cristo, de manera que las ovejas, que serían mi esposa y los hijos que tenga, puedan ir tras mis huellas, tras mis pisadas. Eso va a colocar un mayor
estándar, y dará como resultado un pensar más bíblico y más responsable de este enorme privilegio de liderar una familia, pero también de esta responsabilidad monumental que el hombre tiene ante Dios de ser agente santificador del hogar.
La esposa tiene un llamado a seguir a su esposo como cabeza, pero tiene también un llamado a serle de ayuda idónea. Una de las formas como esa esposa puede serlo es, justamente, sirviéndole de espejo para aquellas cosas que él hace que no están conformes con la Palabra de Dios, y hacerlo mansamente. Pero la responsabilidad comienza por la cabeza y, por tanto, muchas veces, la forma de pensarlo es esta: “Como vaya la cabeza, irá el resto del cuerpo; como vaya la cabeza, muchas veces, irá el resto de la familia”. Si eres cabeza de hogar, piensa otra vez la gran responsabilidad que Dios te ha dado, y si no la estás llevando a cabo, siempre hay un momento para comenzar, siempre la palabra de comienzo es ¡arrepentimiento! Y luego, en el poder de Dios, trata de hacer lo que Dios te ha llamado a ser.
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