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Por: J.C. Ryle

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. – Juan 3:36

[La ira de Dios está sobre él]. Esta última frase del testimonio de Juan el Bautista es, por otro lado, muy parecida a la enseñanza de su Maestro: “El que no cree, ya ha sido condenado”. El significado de esta frase es que, mientras un hombre no sea creyente en Cristo, la ira justa de Dios está sobre Él y se encuentra bajo la maldición de la Ley quebrantada de Dios. Todos nacemos por naturaleza en pecado y somos hijos de la ira; y todos nuestros pecados permanecen sobre nosotros sin perdonar hasta el día en que creemos en el Hijo de Dios y somos hechos hijos de la gracia.

La frase es muy instructiva, especialmente en la actualidad. Creo que en ella se contiene una respuesta incontestable para algunos perniciosos errores que prevalecen en ciertos sectores.

a) Condena la idea que sostienen algunos de que bajo el Evangelio ya no hay ira de Dios y que Él es únicamente amor, misericordia, compasión y nada más. Aquí se nos habla claramente de “la ira de Dios”. Es claro que Dios odia el pecado. Hay un Infierno. Dios puede airarse. Los pecadores deben temer.

b) Condena la idea que sostienen algunos de que los elegidos están justificados desde toda la eternidad o justificados antes de creer. Aquí se nos dice claramente que, si un hombre no cree en el Hijo, la ira de Dios está sobre él. No sabemos nada de la justificación de alguien hasta que cree. Aquellos a los que Dios predestina, Dios los llama y justifica a su debido tiempo. Pero no hay justificación hasta que hay fe.

c) Condena la idea moderna de que, por medio de su muerte, Cristo justificó a toda la Humanidad y sustrajo la ira de Dios de toda la semilla de Adán; y que todos los hombres y las mujeres en realidad están justificados aunque no lo sepan, y al final se salvarán. La idea suena muy atractiva, pero se opone frontalmente al texto que tenemos ante nosotros. Aquí se nos dice claramente que, hasta que un hombre “cree en el Hijo […] la ira de Dios está sobre él”.

d) Finalmente, condena el débil y falso amor de aquellos que dicen que los predicadores del Evangelio nunca debieran hablar de la ira de Dios y no debieran mencionar nunca el Infierno. Aquí vemos que las últimas palabras de uno de los mejores siervos de Cristo consisten en una solemne declaración del peligro de la incredulidad. “La ira de Dios” es el último pensamiento de Juan. Advertir a los hombres de la ira de Dios y del peligro del Infierno no es severidad, sino verdadero amor. Muchos irán al Infierno porque sus ministros jamás les hablaron de él.

*John Charles Ryle fue un obispo evangélico anglicano inglés. Fue el primer obispo anglicano de Liverpool y uno de los líderes evangélicos más importantes de su tiempo. 


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