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Por: John MacArthur

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. (15:57)

A causa de la perfecta obediencia de Cristo a la ley (Ro. 5:19) y la satisfacción que hizo por sus víctimas, los que confían en Él «ya no [están] bajo la ley, sino bajo la gracia», pues «ahora [están] libres de la ley» (Ro. 6:14; 7:6). Jesús ha cumplido con las exigencias de la ley y la justicia. Debido a que su vida fue impecable y cumplió, por tanto, la ley, su muerte conquistó el pecado.

Pablo da gracias a aquel que nos dará la gran transformación de nuestro cuerpo y que nos hace participantes del gran triunfo sobre el pecado y la muerte. Lo que nunca hubiéramos podido hacer por nosotros mismos, Dios lo ha hecho para nosotros por medio de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros no podemos vivir sin pecado y de ese modo cumplir la ley, ni tampoco podemos borrar el pecado una vez que lo hemos cometido, o eliminar sus consecuencias, que es la muerte. Pero Cristo Jesús vivió a nuestro favor una vida sin pecado, cumpliendo la ley; quitando el pecado al pagar Él mismo el castigo que correspondía, satisfaciendo así a Dios con un sacrificio perfecto; y conquistando la muerte al resucitar de entre los muertos. El Señor alcanzó esa gran victoria y nos la da a nosotros. «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición» (Gá. 3:13). Tomó sobre sí nuestra maldición y condenación y, en su lugar, nos dio la victoria.

Fragmentos del Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: Primera Corintios


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