Por: J.R. Miller
Mateo 15:20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.
Está bien tener manos limpias, pero es más importante tener limpio el corazón. Algunos son más puntillosos con las ceremonias minuciosas, mientras prestan poca atención a la moralidad de sus vidas. Pero es la vida interior la que define el carácter. Un mal corazón contamina todo, es el nido de la impiedad.
Una mujer tenía la fotografía de un niño que murió. La restauró con su brocha hasta que el niño pareció cobrar vida en la foto. Pero después de un día o dos el rostro se veía cubierto por manchas. Había algo en el papel sobre el que la fotografía se había tomado, que surgió entre los colores y los estropeó. Asimismo, en muchas vidas, hay malas cualidades que surgen a través de los modales y refinamientos externos, estropeando la hermosura.
La mujer sirofenicia sabía que estaba en presencia de Aquel que podía sanar a su hija, y simplemente no se marcharía hasta que hubiese obtenido su petición; su importunidad prevaleció sobre Él. Abandonamos con demasiada facilidad cuando la respuesta llega con lentitud.
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