Por: A. W. Pink
Qué maravilla que la fe del cristiano se conserve en medio de tantas pruebas y golpes, traiciones de falsos hermanos e incluso aunque el rostro de Dios a veces permanezca oculto: que, a pesar de las cruces y pérdidas más dolorosas, afirme “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno”. No solo los santos de Dios se han mantenido firmes ante la persecución, sino que después de ser “azotados” se regocijaron por “haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hch 5:40, 41), mientras que otros “el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo” (Heb 10:34).
Qué fruto tan maravilloso es este, para “gloriarse en la tribulación” (Ro 5:3), cuando “cantaban himnos a Dios” (Hch 16:25) mientras yacían en un calabozo con la espalda ensangrentada. Tales frutos no son productos de la naturaleza. El esperar “en esperanza contra esperanza” (Ro 4:18), reconociendo que “Bueno me es haber sido humillado” (Sal 119:71), y clamar “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hch 7:60) mientras son lapidados hasta la muerte, son frutos de la gracia Divina.
*A.W. Pink. Fue un teólogo, evangelista, predicador, misionero, escritor y erudito bíblico inglés, conocido por su firme postura calvinista y su gusto por las enseñanzas de las doctrinas puritanas
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