Por: Charles Spurgeon
Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta la perfección. Juan 13:1
No podría amarlos más; eso era imposible. No podría amarlos más sabiamente; eso sería impensable. No podría amarlos más intensamente; eso no podría suponerse. Cualquiera que sea la perfección del amor, Jesucristo la concede a Su pueblo. No hay un amor igual en todo el mundo, como el amor de Cristo por Su pueblo; y si juntaran todos los amores que existieron siempre, de hombres y mujeres, de madres y de hijos, de amigos y amigas, y los amontonaran, el amor de Jesús es de superior calidad que todos ellos, pues ninguno de esos amores es absolutamente perfecto, pero Jesucristo ama a la perfección.
Ustedes que tienen la Versión Revisada de la Biblia, encontrarán al margen las siguientes palabras, «perpetuamente». «Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó perpetuamente», a lo sumo, hasta el extremo, hasta lo más distante; o, si analizo la palabra desde otra perspectiva, «los amó del todo», inefablemente, de tal manera que no puede expresarse, o concebirse, o describirse, o imaginarse, cuánto amó a Su pueblo. Él amó a Su pueblo hasta el máximo límite del amor. Así es, no hay amor como el Suyo, y, como acabo de decirlo, todos los amores del mundo, comprimidos en uno, no lo igualarían. «Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó perpetuamente».
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