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Por: J.C. Ryle

[El que no cree, ya ha sido condenado Jn 3:18]. Esta frase significa que el hombre que se niega a creer en Cristo se encuentra en un estado de condenación ante Dios aún en vida. Tiene sobre él la maldición, que todos merecemos, de una ley quebrantada. Tiene sus pecados sobre su cabeza. Se le considera culpable y muerto ante Dios y hay apenas un paso entre él y el Infierno. La fe quita todos los pecados del hombre. La incredulidad los mantiene todos sobre él. Por medio de la fe, uno se convierte en heredero del Cielo, aunque sea mantenido fuera hasta su muerte. Por medio de la incredulidad, uno es ya súbdito del diablo, aunque no se encuentre completamente en su poder y en el Infierno. En el momento en que uno cree, se retiran todos los cargos contra su nombre. Mientras uno no cree, está cubierto por sus pecados que le hacen abominable a los ojos de Dios, y la ira justa de Dios está sobre él.

Señala Melanchton que la sentencia de condenación de Dios pronunciada al comienzo —“ciertamente morirás”— se mantiene plenamente en vigor y sin revocar contra todo aquel que no cree en Cristo. No es necesaria ninguna nueva condenación. Todo hombre o mujer que no cree se encuentra bajo la maldición y ya ha sido condenado.

*John Charles Ryle fue un obispo evangélico anglicano inglés. Fue el primer obispo anglicano de Liverpool y uno de los líderes evangélicos más importantes de su tiempo. 


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