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Por: A. W. Pink

Primero debemos considerar las marcas de alguien que está espiritualmente dormido. Veamos algunas de las características de dicho sueño. Y ya que no deseamos impresionar a los eruditos, trataremos de ser lo más simples que podamos. Las cosas que caracterizan al cuerpo cuando está dormido nos ayudarán a determinar cuando el alma lo está. Cuando el cuerpo está dormido, se encuentra en un estado de inactividad. Todos sus miembros se encuentran en reposo. Es un estado de inconsciencia, cuando los ejercicios normales del alma son suspendidos. El estar dormido es un estado de insensibilidad al peligro, es una condición completamente indefensa. Por tanto, el dormir espiritual es una condición en la cual las facultades del alma creyente son inoperantes y cuando sus gracias no llevan a cabo sus diversos oficios. Cuando la mente cesa de comprometerse con las verdades divinas y cuando las gracias no se mantienen en un ejercicio continuo, siempre procede un estado de pereza e inercia. Cuando las grandes verdades de las Escrituras respecto a Dios, Cristo, el pecado, la gracia, el cielo y el infierno no ejercen una influencia viva y eficaz sobre nosotros, entonces rápidamente nos volveremos negligentes y somnolientos.

Una fe adormecida es una fe inactiva, pues no es ejercitada donde debe ni ejecuta sus tareas debidas. No acude a las riquezas de gracia que están disponibles en Cristo para Su pueblo, ni tampoco descansa en las promesas y preceptos de la Palabra. Aunque exista un asentimiento mental a la verdad, aún así el corazón ya no es afectado con las cosas que competen a la piedad práctica. Cuando el caso es tal, la voluntad cristiana es gobernada más por la tradición, el sentimiento y el lujo, en lugar de por gratitud, el temor del Señor y el deseo de agradarle.

Asimismo, cuando la esperanza se vuelve se vuelve perezosa pronto cae en letargo espiritual. La esperanza es una expectación deseable y fervorosa de una bendición futura. La esperanza mira mas allá de uno mismo y el mundo presente y es cautivada por las cosas que «Dios ha preparado para los que le aman». Cuando la esperanza contempla la meta y el precio, es capacitada para correr con paciencia la carrera que tiene por delante. Pero cuando la esperanza duerme es absorbida con las cosas materiales, y seducidas y entontecida con el presente y las cosas perecederas. De la misma manera, cuando el amor de Dios no es vigoroso, no se vive para Su gloria ya que el amor propio y la auto compasión dominan el corazón. Cuando el amor de Cristo cesa de constreñirnos a la auto negación y a seguir el ejemplo que Él nos ha dejado, entonces el alma ha llegado a ser adormecida.

Cuando dichas gracias cardinales no se ejercitan sanamente, el cristiano pierde el gusto por los medios de gracia y su intento por participar de ellos es de una manera superficial. La Biblia es leída más por causa de hábito o para satisfacer la conciencia que por deleite, y esto es hecho sin recibir provecho en el corazón, sin ninguna meditación consecuente. La oración es hecha de manera mecánica, sin ningún acercamiento consciente a Dios para tener comunión con Él. Lo mismo es el caso respecto a la asistencia a la adoración pública y el escuchar la Palabra; todo es hecho en puro formalismo y sin ningún provecho. Cuando el cuerpo duerme no come ni bebe, por tanto, lo mismo pasa cuando el alma duerme. La fe es la mano que recibe, la esperanza es la saliva que ayuda a la digestión, el amor es el masticatorio que y el asimilador de aquello que recibe. Pero cuando estas últimas cosas dejan de funcionar el alma muere de hambre y llega a ser lánguida y débil. Entre menos nutrido se encuentre el cuerpo, tendré menos fuerza y habilidad para hacer cualquier cosa. De la misma manera, un alma que ha sido descuidada no es apta para las tareas santas, y le son gravosos todos los ejercicios santos. De esta manera, cuando un santo encuentra gravoso el uso de los medios de gracia, y fastidioso el participar de los privilegios espirituales, entonces debe concluir que su alma se está durmiendo.

Tomado de «Cristianismo práctico» de A. W. Pink. 

*A.W. PinkFue un teólogo, evangelista, predicador, misionero, escritor y erudito bíblico inglés, conocido por su firme postura calvinista y su gusto por las enseñanzas de las doctrinas puritanas

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