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Por: Thomas Watson

Isaías 63:9 En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad.

Nuestro Padre celestial tiene un profundo afecto por nosotros. El afecto de los padres no es sino una chispa de la llama que es Dios. Su amor sobrepasa todo conocimiento y excede toda dimensión. Es más alto que el cielo y más ancho que el mar. Somos preciosos a sus ojos.

Él aprecia a sus hijos por encima de todos sus tesoros. Se deleita en su compañía. Ama ver el rostro de ellos y escuchar su voz. Está lleno de empatía y se apena con ellos en sus debilidades. Cuando son heridos, cada golpe también lo recibe su corazón. Por así decirlo, sangró en sus heridas. «¿Saulo Saulo, por qué me persigues?». Cuando los hijos de Dios reciben un golpe, su corazón dice como en Zacarías 2:8: «El que os toca, toca a la niña de su ojo».

Dios ve hasta el menor bien que hay en nosotros. Si existe alguna buena intención, Él la tiene en cuenta. Tiene en cuenta hasta la chispa más mínima de gracia. Sara obedeció a Abraham, y lo llamó Señor (1 Pedro 3:6). El Espíritu Santo no menciona la incredulidad de Sara, ni cómo se rio ante la promesa de tener un hijo. Puso su dedo sobre la cicatriz, cerró los ojos a su caída, y solo tomó en cuenta del bien que estaba en ella. ¡Qué consuelo es este! Él puede ver un grano de trigo escondido bajo la paja, y ver si gracia bajo la corrupción. Aunque hay muchos defectos en nuestro servicio, él no desechará nuestra ofrenda. No pondrá sobre nosotros más de lo que podemos soportar. Su trato es tierno, y no aflige más de lo necesario. Él pone misericordia en todas nuestras aflicciones. En cada nube, los hijos de Dios pueden ver brillando un arcoiris de misericordia. Jacob fue herido en la lucha. En eso tuvo aflicción, pero cuando vio el rostro de Dios y recibió bendición del ángel. Dios le dio misericordia en la aflicción. Cuando Dios aflige el cuerpo, da paz de conciencia. Así como en el arca el Señor puso la vara sobre el maná, la vara de nuestro Padre siempre incluye algo de maná.

*Thomas Watson. Predicador Puritano inglés, del que se ignora su genealogía y la fecha de su nacimiento. Estudió con ahínco en el Emmanuel College de la Universidad de Cambridge, llamada la “Escuela de los Santos”, porque allí recibió su educación universitaria un número elevado de los llamados Puritanos, o teólogos evangélicos reformados del siglo XVII


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