Por: John MacArthur
Este artículo forma parte de la serie de devocionales «Fortaleza para hoy»
«Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán». ISAÍAS 40:31
Confiar en el poder de Dios nos da confianza para vivir como cristianos.
¿Cuál debería ser nuestra respuesta al poder de Dios? Primero, debemos adorarlo. Nuestra respuesta debe seguir lo que Dios le dijo a Israel: «Mas a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, a éste temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis sacrificio» (2 Reyes 17:36).
Comprender el poder de Dios también debería darnos confianza: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13). Debido a su fortaleza, podemos desplegar nuestra vida cristiana todos los días con confianza. Dios «es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros» (Efesios 3:20).
Nuestra esperanza eterna descansa en el poder de Dios. Su poder nos salvó y nos «levantará en el día final» (ver Juan 6:40). Ese día debería ser la gran esperanza del cristiano porque, a pesar de cualquier problema que tengamos en la tierra, nuestro destino celestial está seguro.
Cuando soy tentado a preocuparme, me reconforta recordar que el poder de Dios es mayor que cualquier problema que tenga. El salmista dice: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra» (Salmos 121:1-2). El Dios que hizo todo, ciertamente puede encargarse de nuestros problemas.
El poder de Dios también nos da la victoria espiritual. Pablo nos instruye a «ser fuertes en el Señor y en el poder de su fuerza» (ver Efesios 6:10). Cuando llega el adversario y usted está en guardia, no pelee contra él; vaya y dígaselo al comandante, el que lidera la batalla. Dios traerá la victoria porque «mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo» (1 Juan 4:4). Satanás puede ser poderoso, pero no puede competir con Dios.
Por último, entender el poder de Dios nos da humildad. Pedro nos exhorta a «humillarnos nosotros mismos … bajo la poderosa mano de Dios, para que él nos exalte en el momento apropiado» (ver 1 Pedro 5:6). Apartados del poder de la gracia de Dios, no somos nada y no podemos hacer nada (ver Juan 15:5).
Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por cada una de esas formas en que usa su poder para nuestro beneficio.
Para un estudio más profundo: Lea el Salmo 121. ¿De qué manera nos muestra Dios su poder?
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