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Por: R. C. Sproul.

Este artículo forma parte de la serie «Qué buena pregunta«

¿Por qué la tierra carga con la maldición de la caída de la humanidad? ¿Qué hizo de malo?

Esa es una pregunta provocativa, y es una pregunta que me gusta porque el Nuevo Testamento deja claro que la creación entera gime y sufre dolores de parto esperando la redención de los hijos de los hombres (Rm. 8:22). Este conmovedor versículo indica que en un sentido el mundo natural completo sufre como consecuencia del pecado de la humanidad.

¿Qué fue lo malo que hizo la tierra para ser maldecida junto con sus pecaminosos habitantes? La Biblia dice claramente que la tierra no hizo nada malo. Con frecuencia, los profetas de Israel hacían que el pueblo de Dios prestara atención al reino animal y a los elementos de la naturaleza que siguen el curso establecido por Dios. Cuando dejamos caer una piedra, esta obedece la ley de gravedad. La naturaleza obedece las leyes de la naturaleza, que de hecho son las leyes de Dios. No hay desobediencia. Si usted le agrega agua al polvo, obtiene lodo —tal como debería ser. Se nos dice también que consideremos a la hormiga, que es diligente, mientras que nosotros somos perezosos. Se nos dice que el buey conoce su lecho y el pesebre de su amo mientras que nosotros ni siquiera conocemos a nuestro Creador. Una y otra vez encontramos estas analogías en las Escrituras, mediante las cuales se nos llama a emular a los elementos de la naturaleza que practican la obediencia en lugar de practicar la persistente desobediencia por la cual somos conocidos.

¿Por qué el sufrimiento aflige a la inocente naturaleza? En la creación, cuando Adán y Eva fueron creados como cabeza de la raza humana, Dios les dio dominio sobre toda la tierra. El primer trabajo o tarea que se les asignó a nuestros padres originales fue dar nombre a los animales. El acto de poner nombres fue un indicador simbólico de la autoridad del hombre sobre el reino animal. La Escritura describe a la naturaleza como aquello que Dios hizo para satisfacer las necesidades de la humanidad.

En el Nuevo Testamento, Jesús habla del hecho de que cada vez que un pajarillo cae a tierra Dios lo advierte y su ojo está sobre él. Dios se preocupa por los animales en este mundo. Sin embargo, Jesús dice: “¿Cuánto cuestan dos gorriones: una moneda de cobre?,” indicando que nosotros somos mucho más valiosos a la vista de Dios porque sólo el hombre ha recibido el sello de la imagen divina.

Lamentablemente, cuando pecamos, los que están por debajo de nosotros sufren las consecuencias de nuestra caída. Sufren inocentemente, y es por eso que gimen, esperando nuestra redención. Tal como participa de las consecuencias de nuestra caída, la naturaleza participará en las consecuencias de nuestra renovación.

Tomado de ¡Qué buena pregunta! Copyright © 1996 por R.C. Sproul.  


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