Por: Charles Spurgeon
Es Dios quien nos ha hecho para este fin y nos ha dado su Espíritu como garantía de sus promesas. 2 CORINTIOS 5:5
Cuando Dios le da una nueva naturaleza a su pueblo, la vida que surge
de esa nueva naturaleza brota de esta espontáneamente. Las higueras no dan higos unos días y espinas otros, sino que son fieles a su naturaleza en todas las estaciones.
El que ha descubierto en qué consiste el cristianismo sabe que es mucho más una vida que un acto, una forma o una profesión. A pesar de que amo mucho el credo de la cristiandad, estoy listo para decir que el verdadero cristianismo es mucho más una vida que un credo. Es un credo y tiene sus ceremonias pero es principalmente una vida. Es una chispa divina de la propia llama del cielo que cae en el seno humano y quema por dentro, que consume mucho de lo que yace en el alma y que al final, como una vida celestial, arde para que la vean y la perciban los que la rodean.
Bajo el poder del Espíritu Santo que mora dentro, una persona regenerada se vuelve como el arbusto en Horeb, que resplandecía con la Divinidad. El Dios dentro de él lo hace brillar para que el lugar a su alrededor sea terreno santo y aquellos que lo miren sientan el poder de su vida santificada.
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