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Por: L.R. Shelton Jr

Este artículo forma parte de la serie: Amadores de sí mismos.

Quiero ahora darte un ejemplo bíblico de un alma que perdió su vida por Cristo, pero que en realidad la salvó. Es el ejemplo de la vida de Saulo de Tarso quien se convirtió en Pablo, el cristiano, el hijo de Dios, el misionero. Dijo: “Tenía mucho amor por mí mismo y auto estima, y confianza en la carne, pero las cosas que consideraba una ganancia para mí [este amor del “yo”, mi auto estima y confianza en la carne], eso los conté como pérdida por Cristo, Si, ciertamente, puedo contar todas las cosas como pérdidas para lograr la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor: por quien he sufrido la pérdida de todas las cosas [el amor por mí mismo, mi auto estima y mi confianza en la carne], por cuyo amor lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que procede de Dios por la fe” (paráfrasis de Filipenses 3:4-9).

También en Romanos 7:9, el apóstol dijo: “Yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”… a mi egoísmo, mi auto estima y a mi confianza en la carne. Me estimé como nada más que un pecador que merecía el infierno, encontrándome bajo la ira justa de Dios. Y, mi amigo, el apóstol mantuvo esta actitud hacia sí mismo hasta su muerte. Porque aun después de su conversión se refería a sí mismo de esta manera: “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles” (1 Corintios 15:9), “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia” (Efesios 3:8).

Además, se denominó el primero entre los pecadores (1 Timoteo 1:15), y admitió “nada soy” (2 Corintios 12:11). Aquí no vemos ningún egoísmo ni confianza en la carne, vemos a alguien que había aprendido muy bien la lección de la primera bienaventuranza: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” —nada soy, no sé nada, de mí mismo no puedo hacer nada; así fue como el apóstol se fue viendo a sí mismo a medida que creía en la gracia de Dios. Vemos la verdad de Juan 12:25 ilustrada en Pablo que antes fuera Saulo de Tarso: “El que ama su vida la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará”.

Fragmentos tomados del libro «El verdadero evangelio de Cristo vs.. el evangelio falso del cristianismo carnal – L. R. Shelton Jr«, puede descargar el libro EN ESTE ENLACE.


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Un comentario en «No hay lugar en el reino de Dios para los «amadores de sí mismos» (3/4)»

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