Por: A.B. Simpson*
Cantares 6:3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; él apacienta entre los lirios.
Yo soy del Señor y el Señor es mío. Si pertenezco a Cristo, Él me pertenece a mí. La fe debe extender la mano y reclamar su herencia plena, comenzando a utilizar los grandes recursos que tiene. Momento a momento podemos tomarlo como nuestra gracia y fortaleza, como nuestra fe y nuestro amor, como nuestra victoria y nuestro gozo, nuestro todo en todo. Y mientras clamamos de esta forma, encontraremos que su gracia es suficiente para nosotros y comenzaremos a aprender que dar todo es, justamente, recibirlo todo.
¿Qué es consagrarse?
Consagrarse es tomar a Jesús plenamente a cambio de nuestras propias vidas miserables. En tal consagración hay dos personas involucradas. Una de ellas es el Señor mismo. Juan 17:19 dice: Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. El momento en el que nos consagramos a Él, Él se consagra a nosotros. De ahí en adelante toda la fuerza de su vida, amor y eterno poder se dedica a guardar y completar nuestro compromiso con Él y hacer lo máximo y lo mejor de nuestras vidas consagradas . ¿Quién no se entregaría a un Salvador así? Entreguémonos hoy en primer lugar a Jesús, y luego presentémosle cada momento conforme llega para que él lo llene y lo use.
*Albert Benjamin Simpson (15 de diciembre de 1843 – 29 de octubre de 1919), también conocido como AB Simpson , fue un predicador, teólogo, autor y fundador canadiense de la Alianza Cristiana y Misionera (AC&MA)
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