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Por: Philip Doddridge

Esta oración forma parte de la serie: Orando con los puritanos

Padre nuestro, sentado en un trono de gloria en el más alto cielo, nos inclinamos ante tu imponente presencia con humilde reverencia. Aun así, nos acercamos a ti con la confianza de que somos tus hijos y que tú eres nuestro generoso y compasivo Padre.

Unimos nuestras oraciones con corazones llenos de amor fraternal y pedimos para los demás las bendiciones que queremos para nosotros mismos.

Sobre todo, deseamos tu gloria. Que tu nombre sea distinguido y santo. Que todo el mundo de las criaturas vivientes se una a nosotros para darte el honor que tanto mereces y pides. Que venga tu reino y se haga tu voluntad entre nosotros.

Ayúdanos a conocer, comprender y buscar tu reino. Y que tu voluntad, siempre sabia y amable, se haga en la tierra como en el cielo. Enséñanos a nosotros, mortales a sujetarnos a ti en obediencia, de la misma manera que tus ángeles en el cielo te obedecen.

En cuanto a nosotros, Señor, ayúdanos a no perseguir las grandes cosas de la vida. Ayúdanos a no preocuparnos por el futuro, sino que te pedimos humildemente que abras tu mano generosa, de la que siempre dependemos. Danos el sustento diario para lo que necesitamos hoy y enséñanos a permitir que te encargues del resto.

Aunque de muchas maneras hemos sido niños desobedientes e ingratos, te rogamos, Padre compasivo, que perdones nuestras ofensas. Sabemos que en tu libro somos culpables, con deudas que nunca podremos pagar. Pero, por favor, perdona esas deudas, de la misma manera como nosotros perdonamos a otros, incluso aquellos que nos han ofendido y lastimado.

Pedimos el mismo tipo de perdón que estamos dispuestos a extender a otros.

Y no nos pongas en situaciones de dura tentación, donde perderíamos nuestra integridad y nuestra alma estaría en peligro. Pero si debemos ser probados, rescátanos gentilmente del poder del maligno, para que no venza.

Sabemos que puedes hacer estas cosas por tus hijos, y confiamos humildemente en que lo harás, porque tuyo es el reino del universo, la plenitud de todo poder y la gloria de la perfección infinita. A ti sea toda la alabanza, por siempre.

Amén. Que así sea. Sinceramente y solemnemente deseamos que seas glorificado y nuestras oraciones sean escuchadas y aceptadas. Amén.

Fuente: ALCANZANDO EL CIELO ORACIONES de los PURITANOS COMPILADO Y EDITADO POR ROBERT ELMER

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