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Por: Richard Sibbes*

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada” (Malaquías 4:2).

A PARTIR de la creación más gloriosa —“el sol”— se manifiesta al Creador más glorioso —“Cristo Jesús”— aprovechando la ocasión para ayudar, en gracia, a nuestro entendimiento mediante las cosas naturales. Nos enseña así, a hacer un doble uso de la creación, corporal y espiritual. A partir de la excelencia de las cosas creadas, Él eleva nuestras mentes para considerar la excelencia del Creador. Así que, si estas cosas tienen belleza y fuerza, y son gratas, cuánto más lo es Aquel que las dota de estas cualidades. Así, como los ríos conducen al mar, así estas cosas creadas deben conducirnos a la gloriosa majestad de Dios.

Pero la principal observación es que Cristo es el Sol de justicia. Porque, así como por naturaleza no se halló engaño en sus labios, así Él es, habitual y realmente, justo. Él es sabiduría, justificación, santificación y redención (1 Co. 1:30). Él es comparado con el sol porque,…

En primer lugar, como toda la luz se reunió en el cuerpo del sol y de él [se comunica] a nosotros, así “agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (Col. 1:19). Por tanto, los que buscan la perfección fuera de Cristo, buscan la luz fuera del sol.

En segundo lugar, así como no hay, sino un sol, tampoco hay sino un Sol de justicia. Por lo tanto, ¿qué necesidad hay de dos cabezas o dos maridos? ¡Necesariamente, uno de ellos es adúltero! Cristo lo hace todo mediante su Espíritu, Quien es su vicario. No es necesario otro vicario, aunque hubiera mil mundos más.

En tercer lugar, como el sol está arriba en el firmamento, así Cristo es exaltado a lo alto para transmitir sus gracias y virtudes a todo su [pueblo] aquí abajo. [Así como⦌ el sol da vida y vitaliza la tierra, sí, y todas las cosas que hay en ella, aunque no sea sino un sol.

En cuarto lugar, así como el sol obra en gran manera en todas las cosas de aquí abajo, así también Cristo lo hace.

En quinto lugar, así como el sol es la fuente de la luz y el ojo del mundo, así Cristo es la fuente de toda luz espiritual. “Yo soy la luz del mundo”, dice de Sí mismo (Jn. 8:12). Él es esa luz que alumbra al mundo, dice san Juan de Él (Jn. 1:9) y, por eso, Zacarías lo denomina “la aurora que nos visitó desde lo alto” (Lc. 1:78).

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*Richard Sibbes fue un teólogo anglicano. Es conocido como exégeta bíblico y como representante, con William Perkins y John Preston, de lo que se ha llamado puritanismo de «línea principal» ​ porque alguna vez permaneció en la Iglesia de Inglaterra y oró de acuerdo con el Libro de Oración Común


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