Por: David Wilkerson
Me pregunto si los ángeles se quedan perplejos al ver toda la preocupación y la ansiedad de aquellos que dicen que confían en el Señor. Para aquellos seres celestiales, debe parecer un insulto a Dios que nos preocupemos como si no tuviéramos un Padre celestial que nos cuida.
Qué desconcertantes preguntas los ángeles deben hacerse:
«¿Es que acaso no creen en aquel que los ama? ¿Acaso no les dijo que él conoce todas sus necesidades? ¿Acaso no saben que el Padre nos envía a hacernos cargo de ellos en momentos de peligro? ¿Acaso no creen que aquel que alimenta a las aves, a los peces y a todo el reino animal los alimentará y vestirá también a ellos? ¿Cómo pueden estar inquietos y preocupados cuando saben que Dios tiene todo el poder y toda la riqueza, y puede cubrir las necesidades de toda la creación? ¿Cómo pueden acusarlo de negligencia, como si no fuera fiel a su palabra?»
Los pájaros cantan, mientras nosotros nos quejamos y hablamos del miedo y la ansiedad. Los lirios del campo se yerguen en su gloria, mientras nosotros nos marchitamos e inclinamos antes el más pequeño viento de adversidad.
El siguiente poema lo dice de manera concisa:
Los pájaros te reprenden con su feliz cantar; las flores te enseñan que es malo preocuparse.
«Anímate», trina el gorrión. «Tu padre me alimenta; piensa lo mucho que Él tiene cuidado de ti, oh amado hijo suyo».
«No temas», susurran las flores, «pues ha vestido de tal forma al botón de oro y la margarita. ¿Cómo puedes tener miedo? «
Entonces no te preocupes con el problema, hasta que el problema te preocupe. Solo duplicarás el problema y preocuparás a otros también.
Definitivamente, tú tienes un Padre celestial. ¡Confía en Él!