Por: William Cooper
Salmos 34:1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca.
¿Puede un hijo de Dios dar gracias por el pecado en algún sentido? No, no resultaría apropiado. Esto es porque, en primer lugar, el pecado es detestable y maldito. Tampoco podemos «pecar para que la gracia abunde» ni «hacer males para que vengan bienes» (Romanos 6:1, 3:8), por esto, el pecado no puede ser motivo de acción de gracias, ya que es contrario a la honra, imagen y voluntad de Dios.
El pecado no es por obra de Dios. Es una plaga, un objeto de tristeza y vergüenza. Sin embargo, el pecado puede ser base de una acción de gracias de una forma que no procede de él, de manera ocasional y como consecuencia. ¿Cómo? Porque el Señor, por su ilimitado poder, puede dominar el pecado de tal forma, y por su infinitamente sabia providencia permitirlo, disponer de él y atarlo, perdonándolo por su gracia libre, que puede hacer que la gracia sobreabunde donde abundó el pecado, haciendo así salir luz de las tinieblas, y haciendo que grandes pecadores se conviertan en grandes santos. Del pecado Dios puede sacar un cimiento de infinita gloria para sí mismo.
Pilato, Judas y los judíos no han de ser alabados por su traición contra Cristo, a pesar de que en sus hechos ejecutaron y cumplieron los decretos de Dios. Nadie debe agradecer el pecado ni culpar a Dios por él, a pesar de que Dios extraiga el antídoto de esa víbora. Ya que el Señor demuestra su gloria gobernando y perdonando el pecado para salvación de los pobres pecadores, existe una buena razón para magnificar a Dios hasta lo más alto. Dado que le hemos deshonrado mucho por nuestro pecado, es importante que ahora le adoremos por su gracia a la hora de sacar esa perla del estiércol y establecer su gloria.
El agradecimiento es agradable a Dios. No lo es solo en los días buenos, sino también en los malos. Es el mejor sacrificio y don que podemos ofrecerle. El Sr. Bradford, un mártir que quedó a merced de la reina María, dijo: «Si me libera, me encarcela o me hace quemar, se lo agradeceré. Que Dios haga conmigo como quiera, estaré agradecido».
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