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Por: John Piper.

Este artículo forma parte de la serie: Dios es soberano

La providencia sobre las tentaciones provenientes de Satanás para que pequemos

Satanás es llamado en la Biblia “el tentador” (Mt 4:3; 1Ts 3:5). Este fue el origen en la tierra de toda la miseria que conocemos. Satanás tentó a Eva a pecar, y el pecado trajo consigo la maldición de Dios sobre el orden natural (Gn 3:14-19; Ro 5:12-14; 8:20-22). Desde entonces, Satanás ha estado tentando a todos los seres humanos para que hagan lo que deshonra a Dios, les causa daño a ellos mismos y a los demás.

Pero las tentaciones más famosas de la Biblia no presentan a Satanás como soberano en su obra de tentación. Veamos, por ejemplo, la tentación de Satanás a Judas para que traicionara a Jesús. Lucas 22:3-4 dice que “Satanás entró en Judas, llamado Iscariote… Y él fue y discutió con los principales sacerdotes y con los oficiales sobre cómo entregarles a Jesús”. Pero Lucas nos dice que la traición de Jesús por parte de Judas fue el cumplimiento de las Escrituras: “tenía que cumplirse la Escritura en que por boca de David el Espíritu Santo predijo acerca de Judas” (Hch 1:16). Por eso, Pedro dijo que Jesús “fue entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios” (Hch 2:23). Satanás tenía su papel en este escenario mortal y maravilloso de la historia, pero no estaba al mando. No era el director ni el autor de este drama que salva almas.

Aún más famosa que la tentación de Judas es la tentación de Pedro. Normalmente pensamos en las tres negaciones de Pedro como negaciones, no como tentaciones. Pero Jesús le dice algo a Pedro en Lucas 22:31- 32 que deja claro que el tentador está trabajando aquí: “Simón, Simón, mira que Satanás los ha reclamado a ustedes para zarandearlos como a trigo; pero Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado [no si regresas, sino una vez que lo hayas hecho], fortalece a tus hermanos”.

Zarandear a Pedro significa hacerlo pasar por el tamiz del temible peligro, con el fin de colar su fe. Es lo mismo que vemos en 1 Tesalonicenses 3:5, donde Pablo dice: “envié a Timoteo para informarme de su fe, por temor a que el tentador los hubiera tentado y que nuestro trabajo

hubiera sido en vano”. Eso es lo que quiere el tentador: la destrucción de la fe. Dios le estaba soltando la correa a Satanás para que tuviera el espacio suficiente para ayudar a cumplir la predicción de Jesús: “antes que el gallo cante, me negarás tres veces” (Mt 26:34). Pero la oración de Jesús por Pedro muestra quién está al mando. En esencia, Él dice: “He orado por ti. Caerás, pero no del todo. Cuando te arrepientas y regreses —no si regresas— fortalece a tus hermanos”.

Tanto la tentación que el diablo presentó a Judas como la que presentó a Pedro son ejemplos de la realidad mortal de Satanás, pero también de sus limitaciones. Dios lo utiliza para lograr los propósitos de Su juicio hacia Judas y Su preparación para el ministerio hacia Pedro. La providencia de Dios gobierna incluso la principal inclinación de Satanás, como tentador para hacer pecar.


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