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Por: John MacArthur

Este artículo forma parte de la serie: «Devocional Acércate a Dios«

«Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él» (Efesios 1:17).

Tu herencia en Cristo es tan vasta y profunda que no podrás entenderla sin que Dios te capacite.

El difunto publicador de periódicos William Randolph Hearst invirtió una fortuna en grandes obras de arte. Un día leyó acerca de una obra extremadamente valiosa y decidió agregarla a su colección. Su agente buscó en todas las galerías del mundo, pero fue en vano. Al fin, después de muchos meses de esfuerzo y a un gran costo, el agente encontró la preciada obra de arte. Todo el tiempo había estado almacenada en uno de los propios almacenes de Hearst.

Esa historia es paralela a la de los cristianos que siempre buscan algo más porque no entienden lo que ya tienen en Cristo. Como Pablo sabía que ese era un problema potencial, oró para que Dios nos permitiera comprender nuestras riquezas espirituales.

«Espíritu», en el versículo 17, se refiere a una disposición o actitud de humildad, como en «Bienaventurados los pobres en espíritu» (Mateo 5:3). «Revelación» significa conocimiento que Dios imparte a través de su Palabra. «Sabiduría» es la aplicación de ese conocimiento a la vida diaria. El efecto combinado es una actitud humilde hacia la Palabra de Dios, que te obliga a aprenderla e integrarla en todos los aspectos de tu vida.

A nivel humano, la plenitud de tu herencia en Cristo es incomprensible. La Palabra de Dios revela muchos de sus beneficios y el Espíritu Santo te capacita a medida que aprendes a vivir de acuerdo a sus principios, pero gran parte de ella seguirá siendo un misterio en esta vida (1 Juan 3:2). La oración de Pablo es para que entiendas tanto como sea posible, de modo que la sabiduría y la revelación divinas gobiernen todas tus actitudes y tus hechos. Permite que ese sea tu objetivo hoy.

Sugerencias para la oración: Agradece a Dios por las riquezas incomprensibles que son tuyas en Cristo. Ora para que siempre puedas acercarte a su Palabra con una actitud sumisa y un corazón moldeable.

Para un estudio más profundo: Revisar las promesas de Dios nos motiva a alabarle y nos recuerda la provisión de su gracia. Lee los siguientes pasajes y considera las promesas que contienen: Salmos 29:11; Isaías 26:3; 41:10; Mateo 6:25-34; Juan 14:2-3, 13-14; 1 Corintios 10:13; 2 Corintios 1:3-4; Filipenses 4:6-7; 1 Juan 1:9; 5:11-12; Apocalipsis 21:3-4. Analiza tu vida. ¿Muestra confianza en las promesas de Dios?


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