Por: Max Lucado
De cierto, de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23.43
Dime, ¿qué ha hecho [el ladrón que está en la cruz] para justificar la ayuda? Ha malgastado su vida. ¿Quién es él para pedir perdón? Públicamente se burló de Jesús. ¿Qué derecho tiene para orar… «Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu reino»?
¿De veras quieres saberlo? El mismo derecho que tienes tú para orar.
Ese somos tú y yo en la cruz. Desnudos, desolados, sin esperanza y marginados. Ese es nosotros. Ese es nosotros cuando pedimos.
No alardeamos. No hacemos recuento de éxitos ni logros. Cualquier sacrificio parece tonto cuando se lleva ante Dios en una cruz.
Nosotros, como el ladrón, tenemos una oración más. Y nosotros, como el ladrón, oramos.
Y como el ladrón, oímos la voz de la gracia.
Todavía Remueve Piedras