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Por: John MacArthur

Este artículo forma parte de la serie de devocionales «Fortaleza para hoy»

«Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?». – 1 REYES 8:27

Dios está en todas partes; no está confinado por el espacio.

No importa cuán grande sea el universo, Dios es más grande. Su ser llena todo el infinito. Él es omnipresente, presente en todas partes. Dios dice: «¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?» (Jeremías 23:24). Salomón dijo en la dedicación del templo: «He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden

contener» (1 Reyes 8:27). No hay límites de tiempo ni espacio para su presencia.

Algunos pueden oponerse a la doctrina de la omnipresencia, diciendo: «¿No es cierto que el pecado en el mundo mancillará a un Dios omnipresente?». No. Dios está en los corazones de los pecadores, convenciéndolos de pecado. También está en el infierno, donde «puede destruir el alma y el cuerpo» (Mateo 10:28).

Aunque la esencia de Dios está en todas partes, Él nunca se mezcla con la impureza. De manera similar, Jesús vivió entre pecadores y fue «tentado en todo según nuestra semejanza, pero [estaba] sin pecado» (Hebreos 4:15).

Isaías exhorta a la gente a buscar «a Jehová mientras puede ser hallado» (55:6); sin embargo, Proverbios 15:29 dice: «Jehová está lejos de los impíos». ¿Cómo puede estar cerca de algunas personas y lejos de los demás cuando está en todas partes todo el tiempo? Para responder a eso, debemos distinguir entre la esencia de Dios y su relación con las personas. Él está en todas partes en su esencia, pero con los individuos específicos está lejos o cerca relacionalmente. Cuando nos convertimos en cristianos, Cristo habita en nosotros. Dios puede llenarnos de su plenitud (Efesios 3:19), y el Espíritu que vive en nosotros también puede llenarnos (1:13; 5:18). Pero antes de que el Espíritu de Dios more en nosotros  relacionalmente, su esencia nos convenció de pecado y nos salvó.

El Antiguo Testamento nos dice que Dios habitó entre las alas de los querubines en el arca del pacto. Ese lugar era un símbolo de la presencia de Dios. Hoy la iglesia representa la presencia de Dios en la tierra. En el Milenio, el gobierno de Cristo en el trono de David en Jerusalén representará la presencia de Dios. En el cielo, su presencia estará representada por el trono de Apocalipsis 4 y 5. Recuerde, sin embargo, que el símbolo de la presencia de Dios nunca restringe su esencia.

Sugerencias para la oración: Alabe a Dios porque es omnipresente y agradézcale por vivir en usted.

Para un estudio más profundo: ¿Qué enseña el Salmo 139:7-18 acerca de la omnipresencia de Dios? ¿Cuál fue la respuesta de David (vv. 17- 18?)


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