No olvides compartir ...

Este artículo forma parte de la serie: «Oraciones Puritanas«

¡Señor Jesús, yo peco!

Hazme que nunca deje de entristecerme por causa de eso, a nunca estar satisfecho conmigo mismo, a nunca imaginar que pueda llegar a un punto de perfección. Mata mi envidia, gobierna mi lengua, esculpe mi yo. Dame la Gracia de ser santo, bondadoso, gentil, puro, pacífico, a vivir para Ti y no para mí mismo, a imitar Tus palabras, actos, espíritu, a ser transformado a Tu semejanza, a ser consagrado totalmente a Ti, a vivir enteramente para Tu gloria.

Líbrame del apego a las cosas impuras, de asociaciones erradas, del

predominio de pasiones malas, de la adulación del pecado tan pronto como el surja; Que con auto-aborrecimiento, profunda contrición, y sincero corazón yo me acerque a Ti, me lance en Ti, confíe en Ti, clame a Ti, para ser libertado por Ti.

Oh Dios, todo Eterno, ayúdame a comprender que todas las cosas son sombras, mas Tú eres la sustancia, que todas las cosas son arenas movedizas, mas Tú eres la roca, que todas las cosas están cambiando, mas Tú eres el ancla, que todas las cosas son ignorancia, más Tú eres sabiduría.

Si mi vida debe ser un crisol en medio de fuego ardiente, que así sea, mas siéntate a la boca del horno para ver el metal de modo que nada se pierda. Si yo peco voluntariamente, gravemente, y angustiadamente, en gracia quita mi tristeza y concédeme canción; quítame mi suciedad y vísteme con belleza; silencia mis suspiros y llena mi boca de cántico, entonces concédeme tiempo de verano como un Cristiano.

Tomado de “El Valle de La Visión


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *