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Por: Miguel Núñez

Este artículo forma parte de la serie «95 tesis para la iglesia de hoy» del Pastor Miguel Núñez

Basada en 1 Timoteo 2:12

Nuestra sociedad se encuentra en medio de una crisis de liderazgo. Esa crisis de liderazgo es perceptible a todos los niveles. Ocurre en la sociedad en general, a nivel de los gobiernos, a nivel de las instituciones privadas y también a nivel de las iglesias. Cada vez que hay un vacío dejado por alguien, en este caso por el liderazgo, algo viene a llenar ese vacío que no corresponde con su diseño original.

Desafortunadamente, el hombre, a lo largo de los siglos, no ha ejercido su liderazgo correctamente, y mucho menos el liderazgo espiritual que Dios le ha asignado. Desde el principio de la creación vemos que Dios creó a Adán, lo puso en el huerto, le dio instrucciones de cómo labrarlo y cuidarlo, y luego trae a Eva a su lado como ayuda idónea; no como una persona inferior, sino como alguien igual en dignidad, incluso, como alguien que puede ser capaz de aconsejarlo.

Pero Dios ha querido, por razones que corresponden con Su consejo, hacer al hombre líder. Vemos esto a lo largo del Antiguo Testamento. Los profetas lideraron todo el tiempo el pueblo de Dios; los sacerdotes fueron los guías espirituales del mismo pueblo. Y vemos esto también en el Nuevo Testamento. Todos los apóstoles fueron hombres; Dios se revela al hombre como Padre; Dios nos envía a un Hijo. Y así sucesivamente hombre como Padre; Dios nos envía a un Hijo. Y así sucesivamente podemos ver a lo largo de toda la historia redentora que Dios ha llamado al hombre a ejercer su liderazgo. Un liderazgo que él no ha ejercido apropiadamente, de manera lamentable, y que ha creado muchas consecuencias también.

Eso, además, ha originado otro problema, y es una respuesta disfuncional en el vacío. Vemos hoy en día, lamentablemente, a muchas hermanas bien intencionadas ocupando la posición de pastor, a pesar de que vemos en 1 Timoteo 2:12 que el apóstol Pablo, escribiendo por inspiración del Espíritu y de manera infalible e inerrante, dice: “No permito que la mujer enseñe o ejerza autoridad sobre el hombre”. La realidad es que esto no se debe a una incapacidad o inferioridad de la mujer con relación al hombre, porque ciertamente podemos reconocer en muchas de ellas grandes dones, grandes dotes y capacidades, incluso capacidades de liderazgo. Pero se trata de honrar un diseȓo, de manera que no solamente glorifiquemos a Dios al honrar Su diseño, sino que evitemos además las consecuencias de no honrarlo. La Palabra de Dios nos dice que el hombre es la cabeza de la mujer de la misma manera que Cristo es la cabeza del hombre.

Cuando el hombre respeta el diseño de Dios, así no lo entienda en toda su dimensión, ese hombre es bendecido, la iglesia es bendecida. Este es un llamado a que los hombres puedan, una vez más, retomar de manera mansa y humilde el liderazgo espiritual en su hogar, en la nación, en las iglesias, de manera que honremos el patrón bíblico, el diseño de la Palabra, para glorificar a nuestro Dios y disfrutar los beneficios de Su diseño sabio y santo.


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Un comentario en «El pastorado es un ministerio otorgado al hombre, no a la mujer – Miguel Núñez»
  1. La mayoría de pastores que defienden el mal llamado ministerio pastoral de la mujer, son los que se están alineando a las tendencias feministas (mucho cuidado ya que de allí se pasa a la tendencia LGTB) y defienden su posición a que la carta de San Pablo en donde declara el pastorado exclusivo al hombre, es dirigida muy exclusivamente, y no puede aplicarse a otras iglesias, y a la vez apelan a liderazgos del antiguo testamento como el caso de María hermana de Moisés y Débora. Otros hacen referencia al derecho que tiene alguna esposa del pastor fallecido de asumir el cargo.

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