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Por: Nick Gardner*

¿Cómo un predicador sabe si está predicando buenos sermones?

Existen muchas maneras de responder esa pregunta: ¿cuál es el fruto? ¿Cómo responde la congregación? ¿Es clara su enseñanza? Más importante, ¿con cuánta precisión se alinea su mensaje al pasaje?

Para responder a esta pregunta, me gustaría viajar en el tiempo, 375 años atrás, a la Asamblea de Westminster. Entre otras cosas, este cuerpo de Puritanos produjo el Catecismo Mayor de Westminster, el cual responde la pregunta: ¿qué es un buen sermón? Y entrega seis respuestas.

P. 159: ¿Cómo debe ser predicada la Palabra de Dios por quienes son llamados para ello?

R. Los que son llamados para trabajar en el ministerio de la Palabra deben predicar la sana doctrina, en forma diligente, a tiempo y fuera de tiempo; con claridad, no en palabras persuasivas de humana sabiduría, sino en demostración del Espíritu y poder; con fidelidad, dando a conocer todo el consejo de Dios; con sabiduría, adaptándose a las necesidades y capacidades de sus oyentes; celosamente, con ferviente amor por Dios y por las almas de su pueblo; con sinceridad, buscando la gloria de Dios y la conversión, edificación y salvación de las almas de su pueblo.

Consideremos brevemente cada una de las seis respuestas que entrega el Catecismo.

1. Un buen sermón se prepara diligentemente

El Señor obra por medio de la preparación diligente de sermones por parte de los predicadores. Considera lo que dice el apóstol en Colosenses 1:29 en relación a sus esfuerzos de proclamar a Cristo: «Con este fin también trabajo, esforzándome según Su poder que obra poderosamente en mí».

La preparación diligente y la entrega diligente van de la mano. Si te esfuerzas durante el entrenamiento, te esforzarás durante el juego. En cuanto a la predicación, la predicación diligente requiere comprensión de lo que vamos a decir y luego decirlo con cuidado.

2. Un buen sermón se predica con claridad

Predicar cuidadosamente involucra predicar claramente. Predicar la sana doctrina también debe ser accesible. La Asamblea de Westminster simplemente estaba siguiendo a Pablo en la necesidad de predicación con claridad: «Pero aunque yo sea torpe en el hablar, no lo soy en el conocimiento; de hecho, por todos los medios se lo hemos demostrado en todas las cosas» (2Co 11:6cf. 1Co 2:1-5).

Un sermón claro no es un sermón aburrido, sino que uno donde Cristo es evidente para todos.

3. Un buen sermón es fiel

¿Fiel a qué? La pregunta 159 del Catecismo Mayor de Westminster modifica «fielmente» con «dando a conocer todo el consejo de Dios».

Por tanto, para predicar buenos sermones, los pastores deben predicar toda la Biblia. Esto no significa que se debe cubrir cada detalle, sino que se deben predicar la sustancia y el punto de los pasajes. La fidelidad exige que prediquemos pasajes difíciles como Job 3 y pasajes culturalmente impopulares como 1 Corintios 6:9.

4. Un buen sermón se aplica sabiamente

La aplicación sabia podría ser la parte más difícil de predicar un sermón fiel. El Catecismo Mayor dice que la aplicación sabia se basa en las «necesidades y capacidades» de quienes escuchan. Esto asume que el pastor se encuentra entre su pueblo de tal manera que él entiende las necesidades y las capacidades espirituales.

Previo a convertirse en el obispo anglicano de Liverpool, J. C. Ryle aprendió cómo predicar al haber sido un pastor de campo. Ryle necesitó ajustar su predicación de su educación cosmopolita para el campesino y trabajador agrícola de su parroquia. De igual manera hoy, el pastor debe entender no sólo el texto, sino que también a su congregación con el fin de aplicar lo primero a lo segundo.

5. Un buen sermón se predica con celo

El celo a menudo se confunde con la emoción o el carisma. Mientras que el celo podría incluir emoción y carisma, la pregunta 159 del Catecismo Mayor de Westminster indica que el celo le pertenece a nuestras motivaciones: «amor por Dios y por las almas de su pueblo» (1Ti 1:5).

Por lo tanto, la predicación debe abordarse primeramente desde el ferviente deseo de jactarse de las inexplorables riquezas de Cristo y para que su pueblo saboree y vea que Él es bueno. Esto va acorde con el ánimo que Pablo le da a la iglesia romana: «No sean perezosos en lo que requiere diligencia. Sean fervientes en espíritu, sirviendo al Señor» (Ro 12:11).

6. Un buen sermón se predica con sinceridad

Aunque la sinceridad puede relacionarse con la pureza de las intenciones, el Catecismo tiene resultados previstos en mente: «buscando la gloria de Dios y la conversión, edificación y salvación de las almas de su pueblo». Predicar un buen sermón se trata, en última instancia, de glorificar a Dios y salvar a los pecadores.

CONCLUSIÓN

El enfoque abrumador de la pregunta 159 del Catecismo Mayor de Westminster en la predicación se trata de la gloria de Dios y el beneficio de la audiencia; no en el desempeño elocuente o en los elogios del predicador.

Por consiguiente, predicador, quita todo orgullo o jactancia y predica «conforme a la fe de los escogidos de Dios» (Tit 1:1). Sigamos este patrón puritano al exaltar mucho a Dios y minimizándonos a nosotros mismos en nuestros esfuerzos de edificar su iglesia (Jn 3:30).

Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks.

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