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Por: David Wilkerson

Incluso en tu esclavitud pecaminosa, el clamor de tu corazón alcanzó a Jesús y Su tierna misericordia te encontró. Él abrió tus ojos, te cambió y te llenó de Su Espíritu Santo. Luego, te hizo un vaso de honra para anunciar Su Evangelio.

No te equivoques: Es una costosa misericordia, la que has recibido. Predicamos que la misericordia de Dios es gratuita, que es inmerecida y que el precio por ella fue pagado en su totalidad por la sangre derramada de Cristo. Y, de hecho, todo esto es cierto. Dios está plenamente satisfecho por el precio que Jesús pagó para traernos Su misericordia, darnos la herencia de los cielos y asegurarnos que tenemos la vida eterna.

Sin embargo, hay un precio en el lado humano, nuestro lado de la misericordia de Dios. ¿Cuál es el costo para nosotros? Es el alto costo de convertirse en un verdadero testigo del poder de la misericordia que hemos recibido. El hecho es que, el ofrecer la misma misericordia que se nos ha dado nos va a costar mucho aquí en la Tierra. Es un costo que podemos esperar pagar en nuestra vida diaria.

EL EJEMPLO DE CRISTO

Como puedes ver, Jesús nos manda: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:36). Y, como Cristo mostró con Su ejemplo, ser misericordiosos como el Padre es misericordioso es muy costoso. Cuanto más es exaltado Cristo en nuestras vidas, más experimentaremos lo siguiente, por parte del mundo:

  • Rechazo total
  • No aceptación de nuestras palabras
  • Ridiculización y rechazo de la Misericordia de Dios

Jesús pagó el precio de la misericordia en Su carne y tú y yo podemos esperar pagar un precio, también.


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