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Por: A.W. Pink

Este artículo forma parte de la serie: «Los beneficios de guardar nuestro corazón«

El guardar el corazón proporciona una de las mejores evidencias de sinceridad.  No hay ninguna obra externa que distinga al sano maestro del que enseña una mala doctrina. Es verdad que cuando ellos piensen en la muerte y sepan que  está muy cerca, llorarán y gritarán con dolor a causa de la maldad de sus corazones, pero eso es sólo como el aullido de un animal cuando está en peligro. Pero si eres sensible en tu conciencia, vigilante de tus pensamientos, y cuidadoso por trabajar y disponer tu corazón cada día, esto demuestra fuertemente la sinceridad que hay en ese corazón; ¿porque qué sino un odio real por el pecado, qué sino un sentido que percibe los ojos de Dios observándote; podría dar a conocer a cualquiera todas estas tareas secretas que se encuentran fuera de la observación de las criaturas? Pues, si es una cosa deseable el tener un testimonio justo, integridad y el conocer la verdad que debes temer de Dios, entonces estudia, vigila y guarda el corazón.

El verdadero confort de nuestras almas depende de esto, porque el que es negligente en guardar su corazón es también un extranjero de la seguridad espiritual y del dulce confort que fluye de ella. Por lo general, Dios no complace a las almas perezosas que tienen una paz interior, porque Él no será patrón de ningún descuidado. El Señor ha unido nuestra diligencia y confort, y está muy equivocado quien suponga que la seguridad espiritual puede nacer sin dolores en el alma. El autoexamen se requiere para: investigar la Palabra, y así investigar nuestros corazones para ver qué tan lejos están de ella. Es cierto que el Espíritu Santo habita en el cristiano, pero Él no puede ser discernido por nuestra esencia humana; Sus obras son las que lo manifiestan, y esas obras son conocidas por la gracia; y pueden ser percibidas sólo por el corazón diligente y honesto. Esto es el corazón en el cual el Espíritu opera.

– El guardar el corazón hace que los medios de gracia y el desempeño de nuestros deberes espirituales sean benditos y fructíferos. Que preciosa comunión tenemos con Dios cuando Él está puesto en el lugar correcto, diremos con David «Dulce será mi meditación en él» (Salmos 104:34). Pero cuando el corazón está indispuesto y lleno de las cosas de esta vida, entonces perdemos el confort y el gozo que debería ser nuestro. Los sermones que oyes y los libros que lees te parecerán muy diferentes si tu corazón está dispuesto. Si el corazón está dispuesto, entonces podrás crecer cada vez que escuches o leas de las riquezas de la gracia de Dios, de las glorias de Cristo, de la belleza de la santidad, o de la necesidad de caminar de acuerdo a las Escrituras. Es debido a que descuidaste el corazón que tienes tan poca atención a los medios de gracia.

Lo mismo puede decirse de la oración. Qué diferencia hay en un corazón profundamente probado que se derrama a sí mismo ante Dios en ferviente súplica y en peticiones inspiradas en la Escritura. El que es diligente en el trabajo del corazón y percibe el estado de su propia alma, sin duda conocerá lo que debe pedir a Dios. Por eso, quien hace que sea una práctica el caminar con Dios, el  comunicarse con Dios, el meditar en Dios, adorarlo espontáneamente en espíritu y en verdad; dirá como David, «Rebosa mi corazón palabra buena» ( Salmos 45:1). Literalmente en el hebreo esto es «hierve mi corazón palabra buena»; es una expresión figurativa, tomada de una fuente viva que está burbujeando agua fresca.

Tomado de «Cristianismo práctico» de A. W. Pink. Foto de Esperanza Doronila en Unsplash

*A.W. PinkFue un teólogo, evangelista, predicador, misionero, escritor y erudito bíblico inglés, conocido por su firme postura calvinista y su gusto por las enseñanzas de las doctrinas puritanas


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