Por: John MacArthur
Este artículo forma parte de la serie: «Devocional Acércate a Dios«
«Fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia» (Efesios 1:13- 14).
El Espíritu Santo es lo primero de tu herencia eterna que Dios te entrega.
El ministerio del Espíritu Santo en tu vida es multifacético y profundo. Entre otras cosas, trae salvación, convicción, guía y fortaleza. Él mora en ti y te equipa para el servicio espiritual; además, te da seguridad de su salvación. Él es tu Ayudador y tu Defensor. Él es el Espíritu de la promesa que te sella hasta el día en que se efectúe tu redención por completo (Efesios 4:30).
El sello manifiesta seguridad, autenticidad, propiedad y autoridad. Los antiguos reyes, príncipes y nobles colocaban su sello oficial en documentos u otros artículos para garantizar su inviolabilidad. Romper el sello era incurrir en la ira del soberano que representaba (Daniel 6:17, Mateo 27:62- 66).
El sello, en una carta, autenticaba que esta era de la mano de aquel cuyo sello llevaba. Los documentos legales como los títulos de propiedad y los testamentos a menudo terminaban con un sello oficial. Aquellos que poseían un decreto del rey sellado, tenían la autoridad delegada del monarca para ponerlo en práctica.
Cada uno de esos aspectos del sello representa una imagen del ministerio del Espíritu. Él es la garantía de Dios de que la salvación tuya es inviolable y de que eres un auténtico miembro del reino de Dios y de su familia. Eres posesión de Él, porque fuiste comprado con la sangre preciosa de su Hijo (1 Corintios 6:20). Eres embajador suyo y te ha sido delegada autoridad para proclamar su mensaje a un mundo perdido (2 Corintios 5:20).
El Espíritu constituye las «arras» de su herencia eterna (Efesios 1:14). La palabra griega traducida como «arras», en ese versículo (arrabõn), se empleaba para efectuar un pago inicial o dar dinero en efectivo a fin de asegurar la compra de algo. Regocíjate en la seguridad de que Dios, que no puede mentir (Tito 1:2), te ha dado su Espíritu como garantía de que cumplirá sus promesas.
Sugerencias para la oración: Alaba a Dios por la seguridad de tu herencia eterna. Alaba al Espíritu por sus muchos ministerios en tu vida. Sé sensible a la dirección de Dios para que tu ministerio entre los demás sea poderoso y congruente con la voluntad de Él.
Para un estudio más profundo: Lee Ester capítulos 3 y 8. ¿Qué papel jugó el sello del anillo del rey en el decreto de Amán (capítulo 3)? ¿Y en el decreto de Asuero y Mardoqueo (capítulo 8)?
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